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Lo que el Carmen esconde…

lunes, 19 de marzo de 2018
Ayer recorrí de nuevo el Carmen, digo de nuevo porque de pequeños, los que estudiamos en Pepas, recorríamos este lugar entusiasmados y temerosos. Era algo misterioso, lleno de peligros y habitado por personas extrañas en casas entre árboles.

Mientras subía por la Rúa do Carmen no recordaba esos momentos de infancia sino las clases de Manuel Gallego en la Escuela de Arquitectura de Coruña. Nuestra escuela que tengo muy presente. Sus clases nos enseñaron a entender como se construye el paisaje, entenderlo bien para valorar la importancia de un muro que acompaña a un camino, de un cierre que define una parcela, de un cruce como lugar de encuentro, de un cauce de agua o un muro de contención para generar bancadas y así sucesivamente.

Trataba, y trata, de inculcarnos lo imprescindible: entender las verdaderas razones que llevan a la construcción de un lugar para poder proyectarlo en nuestro presente. Otras son nuestras razones y necesidades y por lo tanto otras las formas de construir.

El periodista Suso Varela definió como, zona cero del patrimonio mundial de Lugo, a la plaza de Pío XII. En un intento por hacernos ver la importancia de lo que tenemos y construir un relato sobre su valor. Relato es a periodismo como proyecto urbano es a arquitectura. Con esas dos herramientas se alimenta el orgullo y aprecio por lo nuestro para luego cuidarlo como algo único y así, construirlo y habitarlo.

El Carmen es algo único. Capaz de unir pasado y futuro.

Este espacio lo articula la Rúa do Carmen. El Camino de Santiago entre muros de mampostería de hasta 1.80 de alto. A ambos lados, muros perpendiculares que construyen las plataformas de las propiedades. Árboles autóctonos, una masa de eucaliptos, huertas, una explanada de aparcamiento. Viviendas entorno al camino y viviendas en las parcelas entre vegetación. Más caminos entre muros que llevan a viviendas tapiadas, más vegetación, un cauce de agua. Restos arqueológicos, una iglesia, un museo, un colegio, jardines, la muralla y el centro.

El Carmen esta flaqueado por el urbanismo salvaje e inhóspito de nuestra ciudad. Se salva porque su tamaño es tal que, difícilmente se someterá a la construcción indiscriminada. Precisamente por eso es difícil que no se salve de los deseos de construir puntualmente donde no se debe para disfrutar de la puesta de sol y privarnos a todos de esa misma luz desde la muralla. Claro que esto tiene fácil solución, no permitirlo, o al menos, permitirlo pero situado de tal forma que genere fachada, fondo y se abra al horizonte. Que no tape nuestras vistas y la de quien nos visita sino traseras de edificios. Se puede y debe hacer solo hay que saber y querer hacerlo.

Todo lo que se haga deberá, obligatoriamente, respetar esta forma de hacer, sino será el enésimo fracaso para Lugo. El Carmen se proyecta disponiendo edificaciones de viviendas capaces de colmatar los bordes, ya construidos, para suturar su encuentro con este gran parque acceso a la ciudad. Espacios para el deporte, planos verdes con árboles, huertas, aparcamientos, sendas, caminos, agua... Tan solo limpiar la maleza de los muros de contención nos mostraría el potencial de este espacio. Alguno de estos muros tiene 6 metros de altura.

Porque, esto fue y es la conexión con el río y el cruce peatonal de la ciudad. Del Rato al Miño recorrido por peregrinos y vecinos.

Las viviendas unifamiliares existentes en este parque urbano entendido, no como el parque Rosalía, sino como un espacio menos construido, tienen posiciones privilegiadas. Viviendas, restaurantes, talleres, cafés…

Así debe afrontarse este proyecto, dibujar esta línea entre el Rato y el Miño y proyectar el camino completo, sus bordes, los espacios vacíos a ambos lados y su perímetro construido.

Este camino es un ejemplo de construcción y sistemas constructivos en Galicia y en el tiempo, resuelve cambios de nivel, cauces de agua, accesos, cruces, vegetación, cultivos, etc… Un buen proyecto recogerá, mostrará y rehabilitará las maneras de hacer desde los romanos hasta nuestros días. Un mal proyecto lo destrozará todo como ya paso con la calzada romana.

Los mecanismos puntuales no sirven, ni abrir calles ni hacer cosas o cositas. Nada servirá sin este gran plano general. Sin un verdadero relato y un verdadero proyecto urbano.

Oscar López Alba, arquitecto
López Alba, Óscar
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