El infarto fulminante de un gran deportista ha conmovido a todo el mundo del fútbol. Enrique Castro "Quini" ha sido un futbolista mítico en Gijón, en su Sporting del alma. En su carrera deportiva estuvo cuatro años en Barcelona, con ese nexo entre el Sporting y el Barsa, fue siete veces Pichichi, dos veces máximo goleador en Segunda y cinco en Primera y después de Messi y Cristiano el mayor goleador de la historia futbolera de España. 35 veces internacional. Era un hombre gol. Muy competitivo. Le llamaban El Brujo.
Los paisanos asturianos estamos de luto, Quini era la cara simpática, de hombre bueno, de rostro amable, de bonhomía, de persona sencilla admirada y querida por todos. Generoso, divertido, buen paisano decimos en Asturias. No hay paisanina astur, de la reina Letizia a la más humilde de las güerias perdidas que no derrame alguna lágrima por este hombrón, el querido Brujo, tan estimado por todos y no es una necrológica al uso, en que se ensalza al muerto, en este caso la retórica tiene difícil tarea para reflejar lo que ha representado Quini más allá del deporte.
Pertenezco a una familia de futbolistas, mi padre Joaquín y mi tío Ramón fundaron el Caudal de Mieres y fueron buenos jugadores del Caudalín. Ramonín fue Presidente 27 años, Joaquín apoyo economicamente al club de sus amores y el campo lleva el nombre de ambos "Hermanos Antuña". Mi padre me llevó al fútbol desde los 4 años y después de su Atlético Bilbao de los Zarra, Panizo, Venancio, Iriondo y Gainza se pasó de lleno al Real Madrid, aunque paso casi tres décadas en Barcelona y entre sus clientes en su Notaría tuvo al mago de los entrenadores a Helenio Herrera. Así es que he vivido el fútbol intesamente.
En mis años romanos tope con un personaje deportivo, que puede paragonarse a Quini, me refiero a Francesco Totti, convertido en uno de los personajes más admirados de la Ciudad Eterna, también afable, generoso y buen padre de familia. Sencillamente un mito.Son personas excepcionales que nos dejan rastro.
Siempre me ha llamado la atención del candor que despiden estos rudos deportistas, que se mueven en un mundo ferozmente competitivo, que
atraviesan calvarios de lesiones, de un fútbol que ha sido definido como un deporte de caballeros jugado muy bruscamente por guerrilleros, mientras el rubgy es un deporte brutal jugado por caballeros. Sin embargo la camaradería de estos deportistas, hoy convertidos los más famosos en galácticos, con salarios fabulosos y hasta aviones propios y que gozan del loor de multitudes, que también los insultan, resalta por su inocencia, su vivir en un limbo, que los hace flotar y que difícilmente los convierte en ciudadanos plenos, hay excepciones como Pique y Guardiola, pero son muy pocos, lo normal es el candor.
Cuando participas en tertulias deportivas o tienes amigos en este sector te das cuenta, que son personajes unidimensionales, que no les saquen de ese limbo del balón o la canasta, de las canchas o palestra de cualquier deporte. Tienen su mundo y con dificultad puedes sacarlos de este limbo. Es como volver a la infancia y coleccionar cromos o jugar a las canicas. Es una extraña sensación.
Por esto sobresalen deportistas como hoy Quini y mañana Francesco Totti, que se integran plenamente en la vida ciudadana y se convierten en un símbolo a venerar, respetar y admirar por la juventud. Querido Quini descansa en paz y te llevas todo el amor de todos los guajes, sean niños o adultos.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
