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Una del Oeste

viernes, 23 de febrero de 2018
Pedro Sánchez es un apuesto cowboy en la plaza del pueblo preparado para un duelo al sol con su enemigo Mariano Rajoy.

Acaricia su Colt 45, y cuando ambos reciben la orden de disparar él lo hace contra sí mismo con tal rapidez que queda como un colador antes de que el otro pistolero, de un lento exasperante, consiga sacar su revólver.

A poca distancia un rival de ambos, Albert Rivera, sonríe con malicia porque ya tiene un enemigo menos, y más lejos Pablo Manuel Iglesias, siempre enfadado con todo, también se dispara a sí mismo, pero en un pie y queda discapacitado.

Frente al saloon los independentistas catalanes que no consiguieron robar el ganado del pueblo se traicionan unos a otros y se dan unos tortazos monumentales.

Parte de sus jefes fueron detenidos en flagrante delito de abigeísmo, y otros los traicionan huyendo por la pradera a uña de caballo sin saber que tarde o temprano caerán ante los fiscales apaches, que los descabellarán con cuchillos cachicuernos no con puñales dorados, como decía la jura de Santa Gadea.

El suicidio del finado Sánchez comenzó en 2014 al oponerse al nombramiento del sheriff conservador Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea, cuando estaba pactado que como contraprestación Rajoy y los suyos apoyarían al socialista Martin Schulz, como juez o presidente del Parlamento Europeo.

Sánchez rompió el Acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA), que la bandada socialista de todo el continente había defendido en el Congreso español y en el Parlamento Europeo.

Simultáneamente alienta numerosos excesos del nacionalismo, aunque haya patrocinado el artículo 155 en Cataluña; hizo campaña contra Luis de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo en contra de los intereses de España, y tras otras muchas contradicciones, ahora le niega su apoyo a la socialista española Elena Valenciano como presidente del grupo europeo.

El pistolero más rápido al oeste del río Pecos está muerto, sí, pero su fantasma sigue dirigiendo un espectral PSOE que va desvaneciéndose como la Santa Compaña.
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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