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José Pérez Yáñez (1)

jueves, 25 de enero de 2018
José Pérez Yáñez o el compromiso de un gran maestro
con la renovación educativa en Ortigueira

José Pérez Yáñez fue uno de los maestros más carismáticos de las escuelas orteganas del primer tercio del siglo XX. Contribuyó tanto a integrar a sus alumnos en las actividades extraescolares más emergentes de la época como a comprometerlos socialmente con el mundo que les tocaba vivir. Por esto y muchas otras cosas, su figura debe de ser rescatada del olvido en que hoy se encuentra para la mayoría de los orteganos.

José Pérez (1) nació el 6 de mayo de 1886 en San Simón da Costa, en el ayuntamiento lucense de Vilalba, un lugar que hoy es bien conocido por sus famosos quesos de tetilla ahumados. Tras completar en 1911 sus estudios de Magisterio, pasó a dar clase, primero, en una escuela de A Gudiña, en Ourense, y, en 1916, en la escuela graduada de Ortigueira, al rechazar Luis Otero Iglesias tomar posesión de la plaza en propiedad (2). Al igual que el vilalbés, ese año también ingresaron en el centro ortegano los maestros interinos Enrique González Losada (3) y Manuel Díaz Fojo (4), este último natural de la parroquia de San Adrián y que más tarde José Pérez Yáñez (1)se trasladará a la escuela unitaria de Feás.

Desde su llegada, José Pérez se hizo cargo de impartirles las clases nocturnas a aquellos jóvenes mayores de 14 años que deseaban poder finalizar sus estudios primarios o, al menos, conseguir una mayor formación. Esta tarea suplementaria a su actividad normal como maestro no supuso para él ninguna dificultad, puesto que siempre tomaba con mucho interés todo lo relacionado con la educación y la juventud. Por ello no es de extrañar que al poco tiempo de iniciar sus clases también empezase a realizar algunas actividades extraescolares con sus alumnos. Una de ellas fue la creación de la Asociación de exploradores de Ortigueira, es decir, lo que todos conocemos como un grupo de scouts.

El primer contacto de los alumnos de Pérez Yáñez con el mundo scout fue con los excursionistas de las secciones de escultistas de A Coruña y Neda que llegaron a la Comarca del Ortegal al mando del inspector de Sanidad de A Coruña, Francisco Aznar Cabanas, a finales del mes de julio de 1917. Durante los días que permanecieron en Ortigueira, los jóvenes scouts compartieron con sus anfitriones diversas actividades y le ofrecieron a los vecinos una velada teatral (5).

Desde aquellos mismos momentos, empezó a tomar forma la idea de crear una entidad local que perfeccionase el carácter de los jóvenes y les enseñase a practicar los valores humanos bajo los principios del escultismo (6). Para su maestro, la creación de un grupo scout supondría, además, una gran oportunidad para perfeccionar la educación teórica recibida por sus alumnos en la escuela con otras actividades prácticas que podrían desarrollar extraescolarmente y que les permitirían adquirir nuevos conocimientos.

La primera referencia a la nueva organización juvenil la encontramos en un artículo de José Pérez publicado en La Voz de Ortigueira el mes de febrero de 1918. En él comentaba que algunos padres le habían propuesto “la organización del Batallón Infantil. Yo, como sé los grandes beneficios que para la educación y la Patria podría tener, me propongo dar publicidad a la idea, para, si se reuniese suficiente número de niños, (y nunca serían muchos), cosa que no dudo, dado el amor que aquí se tiene a la cultura, proceder a su formación” (7). Para cumplir con esta demanda, puso a disposición de los padres un registro en el que podían apuntar a sus hijos hasta el 15 de abril (8). Una vez que hubo finalizado el plazo, los padres mantuvieron una reunión con el docente para “ver la manera de darle la forma debida” (9).

Los trámites para la puesta en marcha de la nueva asociación concluyeron en el mes de julio con la constitución de su directiva, que estuvo presidida por el joven Leandro Pita Romero, y de la que formaron parte Jesús Reguera, Jesús Blanco, Melquíades Fernández Losada, Pablo M. Jiménez, José María Lage Martínez y Tomás Altesor, además de los oficiales de la Guardia Civil y de los Carabineros, y del propio profesor, que actuaría como jefe de una tropa compuesta por los 46 estudiantes alistados. Todos ellos eran chicos de edades comprendidas entre los 10 y los 16 años, pues, según decía su líder, “a esta edad, ya están instruidos, [por lo que] sería cosa fácil […] formar una Sección de Exploradores” (10).

Una vez que todo estuvo organizado, Yáñez se dirigió a los padres por medio de una circular en la que les explicaba que la nueva organización era “una institución que inculca a los niños el amor a Dios, y a la Patria, respecto a sus leyes, sanos principios de honradez y moralidad, sentimientos de rectitud y justicia, hábitos de orden y disciplina, prácticas de caridad y de altruismo, altos ideales de cultura y de progreso, y que tiene por divisa una simbólica estrella rodeada del lema Siempre adelante” (11). Completaba su exposición citando las actividades que realizarían para cumplir sus objetivos, entre las que nombraba las excursiones, los ejercicios, las prácticas y los deportes al aire libre, que según decía, combinarían con la educación moral. A continuación, advertía de que con esta nueva fórmula de enseñanza “no solo adquiere el muchacho hábitos de moralidad y de civismo, no sólo aprende muchas cosas útiles, que no se enseñan en la Escuela; no sólo se despierta en él la inteligencia y se vive el espíritu de observación, sino que el débil se torna fuerte; el desmedrado, robusto, y el enfermizo, salud” (12). Otra de las ventajas que tendría para los padres era la de que ellos no deberían pagar más de un real al mes por todo lo que iban a recibir sus hijos, aunque, si lo deseaban, podrían aumentar su cuota voluntariamente y, de este modo, poder considerarse socios protectores de la entidad.

A los jóvenes mayores de 18 años, les revelaba que la organización podría ofrecerles, de forma gratuita, la posibilidad de recibir una instrucción militar preparatoria. De este modo, cuando se incorporasen al ejército tendrían “una aptitud mucho más favorable que los reclutas que no hayan sido exploradores, para servir como cabos o sargentos y hasta como oficiales de complemento” (13).

Los primeros fondos con los que pudo contar la asociación ortegana procedieron de la cesión de la taquilla que le hicieron los organizadores José Pérez Yáñez (1)de la función del día 28 de ese mismo mes de julio en el Teatro de Beneficencia (14). La velada en cuestión incluyó un gran pasodoble de la zarzuela El asombro de Damasco, que fue interpretado por la Banda de Garrote, y la comedia en dos actos El redil, de José Ramos Martín, en la que actuaron los hermanos Blanca, Carmen y Leandro Pita Las Santas, Sara Galán, Castiñeiras, Leandro Pita Romero, Javier Pita y Adolfo Teijeiro. La gala se coronó con la interpretación de la serenata del maestro Chapí Mujer y reina y la canción de Terra dourada del director Manuel Rebollar, ambas tocadas por la banda de este último.

Dos días más tarde, tuvo lugar la bendición de la bandera de la tropa de exploradores durante la celebración de la misa en la iglesia parroquial. Inmediatamente después, los jóvenes salieron del templo parroquial en una “procesión cívica al Paseo de Daniel Carballo” (15), donde se ofició “el acto de la Promesa de la bandera. Terminada la cual, se [efectuaron los] ejercicios de escultismo de tropa” (16). Y ya el día 31, el de la jira de las fiestas patronales, la formación juvenil organizó una retreta a las 9 de la noche, en la que desfiló militarmente ante sus convecinos y amigos.

Durante las vacaciones de Navidad de ese mismo año los scouts reiniciaron sus actividades recaudatorias con la organización de varias fiestas en el Teatro de Beneficencia. Para poder utilizar este espacio público tuvieron que solicitarle al ayuntamiento un permiso, que obtuvieron a cambio de compensar a las arcas municipales con el 10% de lo obtenido por las entradas (17).

NOTAS:
1. Escrito del rector de la Universidad Literaria de Santiago. Santiago de Compostela, 23 de abril de 1916.
2. Escrito del nombramiento de Luis Otero Iglesias por el rector de la Universidad Literaria de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, el 17 de enero de 1916.
3. Escrito del Ayuntamiento de Ortigueira, de 8 de julio de 1916.
4. Escrito de la Sección Administrativa de Primera Enseñanza de A Coruña. A Coruña, 10 de mayo de 1916.
5. Pérez Yáñez, J. “Los exploradores”. La Voz de Ortigueira, 21 de julio de 1917.
6. El escultismo tiene tres pilares principales: Dios, el país y la responsabilidad. Esta última es el más básico y el que menos ha cambido con el tiempo. El scout ha de ser una persona responsable para sí y en sus acciones con los que dependan de él. El escultismo se basa en un fuerte espíritu de responsabilidad, compromiso y autosuperación. A estos principios les acompañan tres virtudes importantes la lealtad: la pureza y la abnegación, reflejadas tanto en el saludo scout como en la flor de lis de su emblema. Otro elemento es la naturaleza. Las actividades más importantes se realizan al aire libre. Y gran parte de las leyes y los métodos scouts se basan en el cuidado de la naturaleza.
7. Pérez Yáñez, J. “El futuro Batallón Infantil de Ortigueira. La Voz de Ortigueira, de marzo de 1918.
8. El registró en cuestión quedó depositado en la Imprenta Fojo de Ortigueira.
9. Ibidem.
10. Ibidem.
11. Pérez Yáñez, J. “Una gran institución, los Exploradores de Ortigueira”. La Voz de Ortigueira, 13 de julio de 1918.
12. Ibidem.
13. Ibidem.
14. Ibidem.
15. El corresponsal. “Los exploradores”. La Voz de Ortigueira. 20 de julio de 1918.
16. Ibidem.
17. Acta de la sesión supletoria del 24 de septiembre de 1918 correspondiente a la ordinaria del 22. Libro de Actas del Ayuntamiento de Ortigueira. BMO.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


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