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Son venezolanos pero también gallegos

sábado, 20 de enero de 2018
Son venezolanos pero tambin gallegos Las lágrimas caen por sus mejillas y sus ojos se nublan cuando habla. Lleva en Galicia tres meses a sus cuarenta y cinco años. Vino con María y las dos niñas para emprender una nueva vida después de comprender que en Venezuela ya le resultaba imposible vivir.

Su relato es escalofriante y mucho más para los que conocimos aquella ciudad próspera y generosa de los años sesenta, cuando abrió sus puertas a miles de gallegos y el trabajo suponía la abundancia.

Hoy, según Alberto, todo ha cambiado en Caracas…

—- Estábamos durmiendo los cuatro. Entraron en casa y unos nos mantuvieron encañonados mientras los otros iban metiendo en un camión todo lo que teníamos. Esa fue la gota que colmó el vaso. Nos quedamos apenas con dinero para el pasaje pero aquí estamos, huyendo de la muerte y el fracaso.

En la última década que pasaron en Caracas solo tuvieron miedo y en los primeros meses del año pasado ya conocieron de cerca el hambre. Ahora, solo piensan en nunca volver.

La situación en Venezuela es insostenible, ya sabéis, y son muchos los miles de gallegos que aún viven allí esperando que se obre un milagro: que la muerte se vaya a otra parte y que la pobreza sea un mal menor.

Tampoco están mejor los diez mil jubilados que viven en Galicia a los que el estado venezolano no paga su mísera pensión desde hace un par de años. También ellos viven una situación desesperada y después de llamar a todas las puertas se sienten unos apestados. Algunos viven en los pisos que compraron con sus ahorros, otros en la aldea de siempre, en la casa antigua de sus padres, y los más con sus parientes más o menos cercanos.

Ya sé que no podemos nosotros, los que nos quedamos aquí sufriendo una dictadura, solucionar los problemas de esa Venezuela que tanto nos ayudó en aquellos tiempos. Evitar la masacre y el hambre es obligación de los organismos internacionales que hemos contribuido a crear, por ejemplo la ONU.

Pero nosotros sí podemos pronunciar esa palabra que hemos aprendido de esta misma gente que ahora sufre: solidaridad. Te pido que seas solidario con toda esta gentiña, tan nuestra como aquella emigración que cambió nuestras vidas. Ayúdales como ellos te ayudarían a ti.

En el país se ha creado una ONG que se llama “Alma Llanera” como el himno oficioso de Venezuela. Lo que intenta es ayudar a reconstruir su vida a quienes son, por derecho, gallegos como nosotros. De primera, de segunda o de tercera generación, que todos tienen sangre hermana.

Arrimemos todos el hombro, cada uno desde nuestras posibilidades, para que estos paisanos nuestros sean capaces de olvidar en su Galicia la ruina venezolana.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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