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Pobre Diana

jueves, 04 de enero de 2018
Pobre Diana Eras una chica preciosa y te encontró la muerte de una forma estúpida y cruel. ‎Hoy nos ha estremecido la noticia de tu asesinato y la imagen de tu secuestrador y hombre sin piedad. Los que amamos el amor estamos de luto, como tantas personas, cuyas vidas no han sido sacudidas por el destino. No sé, ni me importa conocer las circunstancias de tu alevosa muerte, pues el morbo es muy mal consejero y tiene un apetito voraz.

Los políticos hablan de endurecer las penas y de establecer una extrema vigilancia sobre la violencia de género, único tema en que se pone de acuerdo toda la clase política a comenzar por Don Felipe. Os confieso mi perplejidad. Al igual que ni la silla eléctrica, ni las cadenas perpetuas han evitado los homicidios y asesinatos, que incluso se convierten en atroces delitos de asesinos en serie, sean terroristas o ciudadanos furiosos.

Creo que la violencia de género, debe combatirse en el campo de la educación, hablar de evitar es como intentar acabar en Galicia con los incendios forestales, hay que partir de encauzar los instintos con que todos nacemos, los humanos y los ahora declarados semihumanos, y reivindicar una educación a la convivencia, a la armonía, a la ausencia de violencia. Combatir machismo de uno y otro sexo, es eviscerar a las personas y crear seres artificiales.

No considerar el compromiso religioso y cívico del individuo, ni el familiar, ni el comunitario, es navegar en aguas turbulentas, instaurando el capricho y la irresponsabilidad. Una educación a la igualdad de deberes y derechos es situar a la persona como ciudadano responsable de una comunidad.

Los Códigos Penales por su parte ya castigan los asesinatos, siempre reprobables y que no tienen excusa posible. Los malos tratos físicos y también los verbales, que se tieden a ignorar con facilidad están contemplados en nuestras leyes y merecen el castigo.

En esta para mi disparatada ley de violencia de género‎ elevado a Pacto y plan nacional le falta la educación al equilibrio entre los géneros, falta la armonía y una educación a la felicidad. Se demoniza a los hombres por ser machistas, cuando los impulsos de la especie no pueden desaparecer, otra cosa es la imposición arbitraria de la violencia y los abusos. Se postula una sociedad eviscerada y eso me perdonen nuestros políticos es un dislate.

Por no hablar de la educación sexual, ya que la mayoría de estos nefandos crímenes son pasionales, es a esta pasión a la que hay que mandar al colegio. La exasperación, el canibalismo sexual conducen al abismo.

Se trata de un tema que amenaza a la convivencia en nuestra Pobre Dianacomunidad, pero no se soluciona, fabricando robots para esconderlos en los dormitorios, en las cocinas, en las calles y en los lugares de trabajo. Los coreanos del Sur y los japoneses fabricarán estos robots y el mundo feliz de Aldous Huxley, con sus seres alfa, beta y gamma, se haría realidad‎.

Es un tema demasiado serio para dejarlo en manos de los políticos, hace falta una pedagogía del amor y la convivencia, no desarmemos nuestros Códigos Penales, ni tengamos indulgencia con los infractores, pero no nos equivoquemos de diagnóstico, olvidando la responsabilidad colectiva y social. Si el hombre ha llegado a la luna, puede alcanzar también la armonía entre los sexos. Pobre Diana.

Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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