No se asusten mis amables lectores de la gran familia de GD, el título de esta crónica no se refiere a España, ni a Tabarnia, ni a la bucanera República de Cataluña va destinada a los Estados Unidos de Donald Trump. Nuestro cronista de la Universidad de Columbia de Nueva York nos lo relata en un apasionado artículo, pues Jeffrey Sachs a pesar de su
aire tranquilo es un hombre a todo vapor. Los demócratas USA, los del partido del elefante, se están reponiendo a duras penas de su derrota en evitar la masiva bajada de impuestos de la administración republicana y respiran por sus heridas.
En Estados Unidos la línea de vida decrece a una media de 0,1 por ciento al año y actualmente está cifrada en 78,5, dos décimas menos que en la estadística de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de París en que con 78,7 años Estados Unidos estaba clasificada la 27 entre 35 países. Japón y España ocupaban los dos primeros puestos con 83,9 y 83 respectivamente seguidas de cerca por Suiza e Italia. Por cierto esta estadística nunca la invocan nuestros catastróficas de Podemos, ni en momentos electorales Sor Lucía la monja argentina de Cataluña, ni el Padre Ángel, que tampoco recogen las cifras optimistas que el ministrable profesor Javier Morillas nos despacha en el ABC, hay que alarmar a la basca, para a río revuelto ganancias de pescadores.
Esta disminución de la esperanza de vida la atribuye Sachs a la ambición desmedida y al ánimo de lucro de las grandes compañías farmacéuticas con sus poderosos lobbies, que tanto han contribuido a la presente bajada de impuestos a las sociedades. La desigualdad rampante hace que los pobres, muchos de ellos votantes blancos desesperados de Trump, los negros y los hispanos vivan de 10 a 15 años menos, que los afortunados del milagro americano los del chalet con pareja de cine marca FOX, nunca mejor dicho, con niños sonrientes, perros y descapotables, la engañifa que convierte a un país con un 20 por ciento de pobres en la meca a la que aspiran aterrizar la máxima mayoría de los emigrantes del mundo. El timo de la estampita. El milagro de la propaganda de la América país de las oportunidades.
Lo grande del caso y para escarnio, el gasto en sanidad americano asciende siempre según Jeffrey a más de 10.000 dólares al año, mucho más que Canadá y la mayoría de países europeos. Denuncia también que la mezcla entre desigualdad de renta y pobreza es letal, es inasumible para un país, que se jacta de liderar y salvar al mundo, cuando nos exporta sus problemas y sus fantasmas, haciendonos rehenes de una forma de desarrollo, que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
Al estar la medicina en manos privadas su coste es inasumible y prohibitivo para los pobres y lastra con sacrificios muy gravosos a las sacrificadas clases medias. Si a la miseria se añaden la obesidad y el abuso de medicamentos el cuadro es muy insastifactorio. Una alimentación basada en comida rápida, abundante en grasas y bebidas llamadas "soft", suaves, parece una burla llamarlas así cuando contribuyen a la obesidad, con sus problemas de diabetes y crisis coronarias. Bueno, no creamos que tomarnos una Coca Cola es el descenso al infierno del Dante, pero si la combinamos permanentemente con pizza industrial y sabrosas hamburguesas de vacas hormonadas, el resultado es esa gordura que nos asombra a quienes viajamos a los Estados Unidos, en cambio estas bebidas gaseosas con una dieta a base de vegetales y frutas no nos factura sin remedio ni remisión a Gordilandia.
Hubo un tiempo en que los europeos descubrimos las Américas y otro en que los estadounidenses, como les llaman en México, están descubriendo Europa y envidian y desean imitar nuestra sanidad y nuestro sistema educativo. Por lo tanto amigos, mi recomendación para 2018 es menos América y más Europa.
Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
