En estos días navideños los amantes de la música clásica están de enhorabuena y también lo están las personas religiosas. Las radios, la 2 de TV, los conciertos retransmiten mucha música de los compositores, que han dedicado sus obras más famosas a los motivos navideños y
evangélicos. Entre ellos destacan con fuerza los grandes maestros de la música barroca y hoy deseo centrarme en Bach y Händel, nacidos en el mismo año 1685,ambos en Alemania, pero con personalidades y trayectoria completamente diferentes y divergentes.
Es un caso parecido a otros dos gigantes de la literatura universal Cervantes y Shakespeare que mueren el mismo día el 23 de abril de 1616, por esas raras coincidencias que se dan en la historia. Estos cuatros protagonistas del mundo de las Artes no se encontraron entre ellos, aunque Bach fuera un gran admirador de Händel y hubiera intentado conocerle. Respecto a Cervantes se ha fabulado que llegaron a coincidir, pero todo queda en el reino de la fantasía.
Johann Sebastian Bach nació el 21 de marzo de 1685 en Eisenach, Ducado de Sajonia en el Sacro Imperio Germánico de una familia de músicos, que el perpetuaría, con su nutrida descendencia de 20 hijos, de dos matrimonios, entre ellos varios músicos compositores e interpretes. Toda su vida fue un organista y un compositor, que no salió de las ciudades alemanas, en un radio de unos 150 kilómetros, tuvo problemas con las autoridades, los nobles de la época y a su muerte fue olvidado, siendo revalorizada su ingente obra en el siglo XX, elevándole a la altura de genio y se considera que la familia Bach dominó la música alemana durante casi doscientos años.
Georg Friedich Haendel nació el 5 de marzo de 1685 en la ciudad de Halle, Ducado de Magdeburgo del Sacro Imperio Germánico y no tuvo familiares músicos, incluso tuvo que superar la abierta hostilidad de su padre, barbero real, pero tuvo una creatividad desbordante y se movió siempre en la Corte, fue un cortesano toda su vida y es considerado como el primer empresario en el sentido moderno, incesante viajero, entre Francia, Italia, Irlanda, Inglaterra y Alemania, el corazón de Europa, con sus operas, sus oratorios,sus grandes cantatas y en su vida pública siguió la estela del Elector de Hannover, que fue coronado Rey de Gran Bretaña e Irlanda en 1714 como Jorge I,
instalándose en Inglaterra donde su protector le concedería la nacionalidad inglesa antes de su muerte en 1727. No tuvo descendencia en su azarosa vida, pero su obra siguió interpretandose y su Mesías sin interrupción todos los años. Se le enterró en la Abadía de Westminster en una impresionante manifestación de duelo.
Otra semejanza,esta vez desafortunada, entre ambos genios de la música barroca fue su ceguera, debido a operaciones de cataratas por el mismo cirujano inglés, máxima autoridad en su epoca, pero que fallo con ellos dos. En aquellos tiempos se envejecia rápidamente y los ojos sufrían un gran deterioro debido a causas naturales en muchos casos por la diabetes. En el caso de Händel hay que destacar como se repuso años antes de un derrame cerebral que le había dejado inmovilizados cuatro dedos y como se recuperó en seis meses yendo a rehabilitarse en las aguas termales, que frecuentaban los poderoso de la época, moda que tuvo un gran apogeo posterior hasta la segunda guerra mundial, los balnearios como Badén Badén y los actuales SPA,que han perdido su connotación social, como en España lo gozaba el Balneario de Cestona.
Deseo destacar la lucha contra la enfermedad, que algunas personas, como en el caso de Händel, les espolea a seguir adelante y a ser incluso infatigables, conozco dos casos de dos muy amigos Alfonso y Rosa, que han pasado por el quirofano en varias ocasiones y han seguido adelante,a pesar de su avanzada edad, en su vida de trabajo que les lleva a intensos contactos sociales, son vidas admirables que nos sirven de espejo del poder de la voluntad contra las adversidades, de este envoltorio corporal, que envuelve nuestro espíritu, profundamente religioso en el caso de Alfonso con sus Cardenales de Madrid y comprometido socialmente como Rosa, que ya colaboró con Adolfo Suárez. Estas lecciones de coraje ante la enfermedad que nos imparte Händel son de gran utilidad para combatir las depresiones de los sanos y afrontar las remoras de nuestros achaques.
Bach y Händel nos habrán elevado el ánimo en estas fiestas y se habrán cruzado sus músicas entre pucheros como decía la Santa de Ávila, entre despachos del mundo digital, entre talleres de nuestras labores cotidianas y por las calles en nuestros paseos, son músicas eternas, que nos transportan a ese mundo inmaterial al que nos lleva la Navidad. Su inmortalidad es un gran patrimonio de la humanidad y una lección de vida.
Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
