En el Cine Dore, en el castizo barrio de Las Letras, se vivió una velada eslovaca organizada por su embajada en Madrid con motivo de la semana del Cine Eslovaco.
En su discurso el embajador Vladimir Grácz explico que íbamos a ver la primera película que se rodó en 1921, aunque entonces su pais estaba englobado en el Imperio Austrohúngaro, luego fue Checoeslovaquia y finalmente después de un Referéndum promovido por Meciar alcanzó la independencia el primero de enero de 1993, se trata de una película muda que retrata la situación social en una aldea del actual norte del país, en que los campesinos estaban explotados por el Barón Sandor de Hungría y sus esbirros de la milicia austrohúngara, frente a ellos se alzaron en armas partidas de bandidos, como la que acaudillaba Janosik, el Luis Candelas o mejor el Robin Hood, pues robaba a los ricos para repartir su botín con los pobres. Janosik tiene una historia digna de los bandoleros de Sierra Nevada, con un amor contrariado, un padre apaleado hasta la muerte por no trabajar el día que se murió su mujer, la madre de nuestro héroe.
Un trío con la fuyara tradicional, un instrumento entre flauta y gaita, un violín y un chelo interpretado por unos músicos catalanes resaltó y subrayó todas las escenas del film, que camina entre injusticias y revueltas al sacrificio final de Janisek, este gallardo héroe de las montañas, antecedente de los partisanos, en el patíbulo ahorcado de costado y luego descuartizado.
Una hora de excelente música y de estampas campesinas y de glamour feudal. Acampaño al embajador Grácz uno de los mejores, por su simpatía y su preparacion, que tenemos en Madrid su bella e ingeniosa esposa Alzbeta y personal de su legacion. Asi mismo estuvo el embajador de Serbia, el dinámico Danko y el segundo de abordo de la embajada polaca, un señor muy serio de poblada barba, que impresionó mucho a mi becaria Alexandra, que por cierto representaba muy bien a la juventud de su país junto a Diana, una rubia de aquí te espero y una rotunda Mónica, ambas estudiantes en Granada y Alcalá de Henares. Revoloteaban alrededor Juan David Latorre, el fino periodista de The Diplomat y Jose Antonio Ruperez de Casa de la Rioja, por cierto muy tocado por Alexandra, la gentil damisela de Bratislava. El sacerdote Alfonso Rioboo estaba al tanto para bendecir las posibles uniones. Rosa Olazabal la estrella de Paz y Cooperación brillaba con luz propia.
Presentes igualmente personajes de la vida social y de la diplomacia madrileña que al final aplaudieron e incluso esperaron a la salida al embajador Grácz para vitorearlo como se merecía por organizar esta nostálgica y bonita velada en el Cine Doré de Anton Martin, que alberga a la Filmoteca Nacional y que conserva un ambiente añejo de artdeco típico de los teatros de music-hall de los felices veinte.
Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
