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Puigdemont, el Cantinflas catalán

lunes, 30 de octubre de 2017
Puigdemont, el Cantinflas cataln Mario Moreno el genial cómico mexicano inventó un lenguaje muy peculiar que representaba al ciudadano de a pie, popular de su país. Sus discursos tenían una gran comicidad por decir una cosa y la contraria y no entenderse nunca lo que decía. Carles Puigdemont ha adoptado este lenguaje cantinflesco en versión catalana y ridículamente heroico, toda una parodia de la política, de la comedia de enredo, que caracterizó a nuestros escritores del barroco, como Lope. Un mocetón, con una gran mata de pelo, que esconde su frente con un vistoso flequillo, que oculta, este es su destino‎ embarullar incluso su fisionomía, su apariencia exterior. Así con estos atributos físicos y mentales logro alcanzar y empuñar el bastón de mando de la alcaldía de Gerona, pactando con unos y con otros, incluso con el Partido Popular. En su vida privada enamoró a una guapa actriz aficionada rumana, que exhibía sus gracias y su talento en un Festival popular folklórico. La caza a las turistas era muy habitual en la Costa Brava, Carles que evocaba la estética de los Beatles, convirtió este amor de verano en una pasión familiar duradera. Es curioso que tanto Puigdemont como Artur Mas no hayan trasladado su independentismo al amor, que les habría llevado a fundirse, derretirse en las lides amorosas con una Montse de raigambre catalana y en cambio enzarzarse con dos europeas de centroeuropa. En amor estos dos aventureros son internacionalistas. La contradicción misma. Enseñando a sus media barajas el idioma catalán. Sin embargo en este retrato, esta semblanza en las vísperas del Viernes de Dolores de la política, no sería completa sin evocar al General de la Rovere de Rossellini, que interpretó genialmente Vittorio De Sica, en que Bertone un pillo redomado, un personaje marrullero y vividor, que se presta a interpretar el papel de un general patriota de la Resistencia, ya fallecido, aunque la noticia era secreta y su embuste que le pone en contacto con jóvenes partisanos que van a ser fusilados le hace en un gesto de gallardía abrazar la personalidad del general levantisco y aceptar el sacrificio ante el pelotón de fusilamiento. Un bel morire tutta una vita onora, que escribió Petrarca. Esta truculenta historia está sin duda en la mente de este patriota de pacotilla, de este héroe a la fuerza, que aspira a la palma del martirio. Acostumbrado como esta a decir una cosa y la contraria rebusca las palabras para que se le pueda entender y al mismo tiempo sean, suenen épicas y solemnes. Difícil reto. Que le entiendan a uno cuando se es maestro del fingimiento. Se mirara al espejo ensayara su trascendental discurso, intentara olvidarse de su querido Cantinflas, su arquetipo, para resultar creíble y se enfundara en el uniforme de La Rovere y colocándose con esmero el flequillo cerrará los ojos con deleite y se verá en el balcón recitando la altisonante proclamación de independencia. Entre Cantinflas y Vittorio de Sica anda el juego, de este Puigdemont el peloso, héroe tragicómico de la política nacional, de este ruedo ibérico en permanente tensión, donde impera el esperpento de Ramón María de Valle Inclán. No tenemos remedio, somos carpetovetónicos de cuerpo entero.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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