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Fragmento de una conferencia del físico Enrique Gaviola

lunes, 02 de octubre de 2017
Queridos amigos, estimados lectores:
Como ustedes sabe trabajé muchos años al lado del Dr. René Favaloro. Él fue quien me abrió la mirada hacia el pensamiento científico, al sentimiento de la investigación básica. Tal vez ese es el motivo por el cual les hago llegar un fragmento de una conferencia que brindó el físico Enrique Gaviola en 1959. Es para leer con suma atención. Un hombre para evocar, para homenajear, para tenerlo presente en estos tiempos de barbarie e ignominia. La comunidad científica -de otra época, de otra época- lo llamó el Schindler de los científicos. Entre otras cosas trabajó con Robert Wood en EEUU, el más grande físico experimental de los años 30, por recomendación de Einstein.
Entre sus logros relevantes figuran la recuperación del Observatorio Astronómico de Córdoba, la creación de la Asociación Física Argentina, la creación del Instituto de Matemática, Astronomía y Física de Córdoba. Y el proyecto originario del actual Instituto Balseiro. Además de la predica de la integridad moral. Busquen y analicen su aporte inimaginable a nuestro país. Murió pobre. Era argentino.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 28 de septiembre de 2017.


(...) Casi todos los intelectuales se forman ideológicamente en las universidades. Algunos permanecen y transmiten su ideología a las nuevas camadas de estudiantes. La mayoría pasa a las profesiones liberales, al servicio del Estado, a la política y al gobierno mismo. Los gobernantes de cualquier nación son los egresados universitarios de 20 a 40 años atrás. La calidad intelectual y moral de las universidades de una época fija la calidad intelectual y moral del gobierno veinte a cuarenta años más tarde. La aguda crisis actual ya no permite ocultar la decadencia moral del país. Muchos se sorprendieron cuando en 1946 pronuncié la conferencia "El problema moral argentino" en el Club Universitario de Buenos Aires, en la que arriesgaba un pronóstico: "La mala tradición persistirá por no menos de una generación. Lo mismo puede decirse de la influencia maléfica de nuestros colegios secundarios y universidades oficiales" (...)"aumentará la deshonestidad en los próximos años"(...) "se extenderá la deshonestidad social a una fracción aún mayor de la población." Mi pronóstico de 1946 se ha cumplido con creces. En aquella conferencia decía respecto del sistema educativo: "El ambiente de nuestras escuelas primarias es, en lo que a los niños alcanza, bueno. los maestros y maestras, aunque hayan obtenido sus puestos gracias a la inmoralidad administrativa (léase nepotismo o acomodo político), conocen, en general, lo que enseñan. La enseñanza es, pues, sincera. Si los niños no van después a las escuelas secundarias o a universidades, pueden convertirse en ciudadanos honestos. Pero si concurren a escuelas secundarias y a universidades"(...)"acaban en su mayoría por "avivarse", es decir, por convencerse de que la mentira, la simulación y la corrupción, conducen al triunfo en la vida".

(...)Las palabras sirven en todas partes para ocultar los sentimientos. En Latinoamérica sirven, además, para ocultar las intenciones y los hechos(...)El acomodo y la demagogia son la norma de los gobiernos universitarios. De tales colegios y universidades no es extraño que egresen una mayoría de hipócritas consumados o anormales indiferentes. Por suerte, una pequeña parte, pero creciente, de alumnos, se muestra inmune al contagio. La influencia de la cuna honrada domina a la educación. Pero esa parte es muy pequeña aún. La decadencia moral que hemos sufrido la hemos compartido con otros países de Latinoamérica. También hemos compartido la reforma universitaria. La demagogia universitaria acarrea el desgobierno político(...). Las Facultades deberían ostentar el lema:"aquí se aprende a defraudar a la Nación, no pagando impuestos, y a estafar a la clase media envileciendo la moneda" o "aquí se fabrican burócratas en masa, de ineptitud garantizada"(...) El propósito de la Universidad debería ser servir a las necesidades materiales y espirituales de la Nación. Nada más.
Penelas, Carlos
Penelas, Carlos


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