La República de Weimar

En el ambiente revolucionario que vive Cataluña en estos días conviene hacer un paralelismo con lo acontecido en la República de Weimar en Alemania entre 1919 y 1934. La efervescencia ‎política, las manifestaciones, las amenazas, las descalificaciones, el ansia violenta de ruptura, el populismo que inundaba las calles y nublaba las mentes. Sustituyan como enemigo externo a los españoles y a Rajoy y su partido popular por los judíos y las potencias aliadas y tendremos un cuadro muy similar. Añadamos igualmente a la crisis económica y las semejanzas son evidentes. Las hordas pardas de las SA sembraban el pánico a los timoratos como el mocerío de la CUP y Podemos con sus escraches. Flotaba un aire de pesimismo y de fiebre que impulsaba a encontrar soluciones radicales. El orden nuevo, el Tercer Reich o la Independencia. En ambos casos falsificando la historia y creándose una mitología propia, de los arios y los catalanes puros. En un caso se culpaba a los políticos por haber aceptado unas sanciones económicas abusivas y en otro el España nos roba. La República de Weimar, en que florecieron las libertades tuvo en el socialista Friedrich Ebert 1919-1925 un gran líder, para después con Paul von Hindemburg iniciar una escala descendente, de debilidad e impericia, ante el acoso y derribo de las masas enardecidas, que culminaría con el ascenso al poder de Adolf Hitler el 30 de enero de 1933. En Cataluña la movilización y la furia popular amenaza con poner de rodillas a todo el andamiaje político de España, su Constitución y sus autonomías. Se ha tratado de apaciguar a la bestia haciendo concesiones, una tras otra e incluso ahora cuando arrecia la insumisión y la sublevación se piensa que hay que dar más y más para acallar a esta sedienta turba. La democracia se basa en el imperio de la ley y la separación y equilibrio entre los tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Esto lo sabe cualquier persona medianamente bien informada, pero lo ignoran quienes anteponen los sentimientos a la razón. Los nazis querían imponerse al igual que los independentistas catalanes saltándose la ley, fabricando una entelequia revolucionaria, de orden nuevo. La originalidad catalana es que se disfrazan de moderación y de espíritu lúdico, mientras los nazis vivían tiempos de escuadrismo y pistolas, pero no nos engañemos son la misma gente adaptándose al espíritu de los tiempos, el Zeitgeist en alemán. En España no podemos consentir quienes somos demócratas y fuimos contrarios a la dictadura de Franco, que nos impongan ahora la la República catalana socialista y feminista o como la adquieran adjetivar, tenemos que ser fuertes e imponer la legalidad, restableciendo el imperio de la ley en Cataluña. Se trata de supervivencia de la España que conocemos actualmente. No podemos terminar como la República de Weimar. Ha llegado el momento en que Pedro Sánchez y el PSOE deben decidir como quieren pasar a la historia como Friedrich Ebert o como Alexander Kerensky, ya que están en el fiel de la balanza entre los revolucionarios y los constitucionalistas. Si eligen ser Kerensky y aceptan una gran coalición de todos contra el PP, llevaran a Pedro Sánchez a su ansiada Moncloa pera habrán iniciado el desmembramiento de España dando la razón a independentistas y populistas antisistema. Cederán y arriesgarán terminar como Hindemburg arrasado por quienes reniegan de la democracia y sus libertades y quieren sustituirlas por un nuevo orden. La transición debe defenderse. Si hay firmeza las aguas volverán a sus cauces y se impondrá la cordura. No pongamos la cabeza en la guillotina de los revolucionarios. Salvemos nuestro cuello y el de los hermanos catalanes, nos lo agradecerán.