Las Revoluciones posibles

‎Estamos viviendo una revolución populista, que día a día, va deslegitimando nuestra Constitución y nuestro sistema democrático. Se utlizan como armas arrojadizas los derechos humanos y la libertad de expresión para destruir el clima de paz y reconciliación y de despegue económico que impregnó la Transición. Lo más grande y chocante del caso es que quienes hablan a troche y moche de los derechos humanos son los que se saltan las leyes y pretenden violarlas y hacerse con el poder a toda costa. Frente a la libertad de conciencia proclaman la libertad de expresión, que para esta gente es sinónimo de manos libres, de bula para insultar, agredir y violar las leyes impunemente. Gobbels tiene una rabiosa actualidad, una mentira repetida hasta la saciedad se convierte en verdad. Desobecer a los tribunales y a la Constitución es legítimo porque responde a la voluntad del pueblo, en cambio la reacción del gobierno para que se cumpla la ley es tildada de fascismo. Realmente tienen un morro que se lo pisan, quieren la Revolución pura y dura, sembrar el caos para imponer su pensamiento único y establecer una dictadura, que al socaire de la nueva religión ecologista, desmonte los pilares de una sociedad libre y prospera. El coco a batir es para estos gobbelianos la economía de mercado. La ven como un gigantesco y devastador Godzilla al que hay que darle matarile. No les asustan, ni el desabastecimiento, ni la precariedad cubana o las hambrunas de Corea del Norte o de Somalia. Pelillos a la mar. No tienen países referencia. Se refugian en los países nórdicos, como Dinamarca, en que precisamente los derechos humanos y la libertad de conciencia no son como las que predican estos admiradores de Juegos de tronos,sino que las leyes se respetan a raja tabla. Mentira tras mentira, posverdad como se las llama ahora, desfachatez tras desfachatez. Hay otras revoluciones posibles, combatir el hambre en el mundo, erradicar el analfabetismo, prohibir las armas nucleares, debelar las pandemias sanitarias, conseguir la igualdad entre hombre y mujeres y su equilibrio emocional, la contaminación del aire y de los mares, el cambio climático, la desertificacion son revoluciones posibles al alcance de la mano si aprendiéramos a gestionar esta imparable revolución tecnológica que estamos viviendo para crear prosperidad y una vida sana y feliz. Optimismo si y sin fronteras, el vaso medio lleno frente al catastrofismo de los gobbelianos con su legión de paniaguados esperando que les caigan las migajas que dejen estos jerarcas del pensamiento único, maestros del clientelismo y consumados partidarios del prohibir, prohibir y siempre prohibir.