Nuevas fronteras

Nuestro amigo Jeffrey Sachs en un artículo publicado en el Boston Globe pone el dedo en la llaga en un tema del otoño caliente que nos espera, como aumentar los salarios sin poner en riesgo el empleo. Observa que en Estados Unidos mientras los salarios han disminuido en los últimos 40 años, es decir desde la presidencia de Ronald Reagan, los beneficios empresariales han aumentado. En España, esta referencia hay que hacerla para antes y después de la crisis, con sus recortes y sacrificios impuestos para contrarrestar sus efectos. Ahora la situación está cambiando y el gobierno saca pecho presumiendo con la recuperación económica y la ministra Bañez aconseja subir los salarios. El problema es que a ambos lados del Atlántico las ganancias de capital y los salarios de los altos ejecutivos han experimentado una gran alza, mientras la distribución de la renta nacional se ha deslizado y desequilibrado a favor del capital, lo que en Estados Unidos se agrava todavía más por los altos costes de la educación y la sanidad. Sachs es un enamorado de Camelot. Es un caballero de la mesa redonda del presidente Kennedy, década en que se vivieron los años dorados para el empleo y los altos salarios que se debieron a la construcción de la grandes infraestructuras, las autopistas que vertebraron todo el país y la carrera kennediana hacia la luna que propiciaron más de medio millón de empleos y dieron vida a más de 20000 mil empresas‎. Otro paralelo con España con la construcción de autovias, autopistas y ferrocarril de alta velocidad. Quien haya visitado Estados Unidos desde Europa occidental quedará pasmado por el retraso evidente de las infraestructuras, que contrasta con el dinamismo de su sociedad. Se diría que han asimilado mal la globalizacion y que necesitan como postula Sachs un nuevo impulso, una nueva frontera. En España nuestro repliegue económico ha producido un repunte de los nacionalismos periféricos y se precisa también de una nueva frontera, de un proyecto comun, capaz de ilusionar y de fomentar un nuevo despegue economico, en que crezcan los salarios y se mejore nuestra calidad de vida, situandonos desde Europa en un panorama mundial en que también se reduzcan los desequilibrios de renta y se propicien oportunidades para los más desfavorecidos. Estados Unidos tiene que redefinir su liderazgo en un mundo forzosamente multilateral y restructurar su economía en favor de los asalariados. No son tareas faciles, pero imprescindibles para Europa y Estados Unidos. La tarea de la juventud en ambos continentes es la búsqueda de nuevas fronteras.