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Nos quedamos solos, amigo

martes, 22 de agosto de 2017
In memoriam de D. Celso Arango, a su señora Dª Marisa Gómez.

La vida a veces nos presenta a personas que no sabemos apreciar en su justa medida y, cuando lo hacemos, comprendemos comportamientos que antes nos resultaban raros, absurdos o simplemente distintos. Lo digo, desde una perspectiva en la que el tiempo convierte a una persona sociable en otra esquiva, reacia y hasta solitaria. ¿Dónde va aquel carácter agradable, afable, sincero y valiente? ¿Dónde está el interés por buscar remedio para los problemas cuando se llega a un grado tal de frustración en el que el ser humano resulta tan vacío, superficial y escaso de valores?

Siempre quedan las excepciones y algunas personas que piensan en cosas mucho más trascendentes e importantes para la vida.

Pero hoy quiero hablar del hastío que produce cruzarse cada día con individuos que nos cuentan un sinfín de vanidades, problemas médicos, cotilleos de vecindario y hasta confidencias de amigos… que muestran la simpleza de su filosofía, su dosis de egoísmo, su mundo tan pequeño como estrecho, su afán por destacar en la sociedad, su nula o escasa personalidad, su servilismo, su exhibición de ignorancia, su adecuación de la ética y la moral, si las tienen, a sus propias conveniencias.

Hoy quiero hablar del hastío, del cansancio, de la frustración y la negatividad que generan estas gentes de corazón tan pobre Y lo hago, porque siento decirlo, son muchas, demasiadas… y la cosecha que se avecina medra en egoísmo y encoge en solidaridad. Fácil es comprender, desde esta perspectiva, muchos de los fracasos que se avecinan: aumenta la discrepancia entre padres e hijos porque éstos son educados en una permisividad mal entendida;crece la violencia en todos los ámbitos, porque no somos capaces de generar argumentos que la desmonten; aumenta la xenofobia porque no somos capaces de asumir a los diferentes; inventamos bulos e interpretamos noticias para reforzar nuestras posturas y mantener nuestra vida de privilegio, cuando no de lujo. Nos mentimos a nosotros mismos para justificarnos. Montamos belenes, procesiones y mil otras historias tergiversando mensajes o simplemente inventándola.

Tenemos imaginación, fantasía y picaresca para conseguir dinero- no importa el cómo- para mostrar una imagen de triunfadores y así ser referentes sociales. Eso sí, ídolos de barro de gomina y pasarela. Absurda manera de llamarse hombres o mujeres. Pero es lo que hay …y a mí me hastía. Nosotros, mi mujer y yo, nos bajamos de ese tren.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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