La razón de ser de las Naciones Unidas es la búsqueda de la paz. Nuestro amigo de GD Jeffrey Sachs recuerda con nostalgia el centenario del nacimiento de John Fitzgerald Kennedy (1917) y califica como gran logro de su Presidencia la firma el cinco de agosto de 1963 del Tratado de Prohibición parcial de los Ensayos Nucleares entre los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética, que posteriormente firmaron más de cien países, que últimamente alcanzaron los 122 en la reciente conferencia de junio 2017. La Fundación Paz y Cooperación va a dedicar su campaña escolar anual en 2019 a sensibilizar a la opinión publica, sobre todo a la de los países no signatarios, sobre esta vital cuestión, la de librar al mundo de un posible holocausto nuclear. Para los fervientes kennedianos la elocuencia del joven Presidente es un ejemplo de clarividencia y de elegancia, que contrasta con la zafiedad de Trump con sus inventivas tabernarias y su proverbial falta de tacto. Kennedy llegaba al corazón de los ciudadanos de todo el mundo cuando decía en su famoso discurso de junio de 1963 "todos habitamos en este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos nos preocupamos por el futuro de nuestros hijos. Todos somos mortales".
Nikita Khruschev que se refirió en uno de sus perentorios mensajes a la posibilidad de aniquilación de la vida tambio compartió esta angustia de Kennedy y por ello retiro sus missiles de Cuba y se avino a firmar este Tratado vital para salvaguardar a nuestro querido Planeta Azul. El Presidente alababa el patrimonio cultural del pueblo ruso y sus virtudes, aunque era consciente del régimen de represión al que estaban sometidos y profetizaba con acierto "que las enemistades entre los pueblos y los individuos no duran para siempre". La paradoja es que probablemente el mayor acierto de Trump su sintonía con los rusos en aras de enterrar para siempre el hacha de guerra y fomentar intereses comunes pueda costarle su presidencia, ante las acusaciones de interfencias contra Hillary Clinton en la última campaña presidencial. Los que se ensañan contra Putin y su política son herederos, aunque sean demócratas, de quienes como Reagan calificaban a la Unión Soviética como el gran Satan y otras lindezas por el estilo. Esta armonía que buscaba ardientemente Kennedy cristalizo cinco años despues en 1968 en la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear. Haría falta volver a este espíritu de búsqueda de la paz para orillar la amenaza del programa nuclear de Corea del Norte, como se ha conseguido con Iran durante la presidencia de Obama. Trump en vez de fomentar la amistad y cooperacion con un país como Iran rico de una cultura que se remonta a 2500 años se ensaña con una política de negativa de visados renegando de los lazos de sangre de la gran colonia persa en Estados Unidos. Respecto a Corea del Norte se maneja con improperios y amenazas. Por si no faltará poco Sachs califica de peligro para la paz al entorno del Presidente, que lejos de tener a un personaje luminoso como Sorensen, que inspiraba los discursos conciliadores y clarividentes de Kennedy, tiene a generales y asesores belicosos y a una CIA convertida en un instrumento de guerra. Un panorama que no induce al optimismo, incluso el dólar se ha resentido. La política de la administración Trump navega al pairo y se mueve por impulsos ciegos y no por razonamientos. Enfermedad que aqueja a todos los populismos, tratar de encontrar alguna coherencia en nuestros ayuntamientos del cambio, es tarea inútil. Trump desgraciadamente no está solo.L os trumpitos proliferan como las setas. A veces amigos los tiempos pasados fueron mejores, en España la Transición y en Estados Unidos los Kennedy y su legado.
