El hombre nuevo

‎Todos los regímenes totalitarios sueñan con plasmar el hombre nuevo el superhombre, esta utopía ha terminado en un baño de sangre las más de las veces. Sin embargo este hombre nuevo del Evangelio, que renovaba al ser humano con la trascendencia, haciendole hijo de Dios y heredero del cielo, si observaba los mandamientos,ha tenido muchos imitadores, aunque los textos hayan cambiado, del Mein Kampf hitleriano al Libro Rojo de Mao o el Verde de Gadafi. El clásico Uebermensch de Nietsche, ha tenido muchos seguidores, también aquí en España con el regeneracionismo de Joaquín Costa. Y la visión del hombre limpio de Albert Rivera. Alejandro Casona con Nuestra Natacha Premio Nacional de Literatura de 1936 y José Luis Rodríguez Zapatero con la ONU mujer son defensores de la mujer nueva.‎ Ahora el resucitado Pedro tiene como modelo el hombre y la mujer nuevos con apertura a los diversos. Estos dos prototipos el limpio y el diverso se reparten el protagonismo hispano, el uno con cuernos vikingos y el otro con ribetes de Mesopotamia. Es difícil mantener el equilibrio entre ambos modelos. Los educadores lo tienen muy difícil. Tienen que hacer equilibrios y dar saltos mortales para que sus alumnos lo entiendan. El hombre limpio es arduo encontrarlo en el país de El Buscon y El Lazarillo de Tormes. El hombre diverso bebé en las aguas de La Celestina y La lozana andaluza. Un lío, un kilombo y eso que las visiones Albertianas y Zapaterianas no van a dar con nuestros huesos en campos de concentración, sino llevarnos en casos extremos a modernos manicomios o ultrasonidos burdeles. El hombre nuevo español se desnuda, se despoja de polvo y paja y proyecta un ser espectral, biónico, que desconcierta a propios y extraños, adorador de los animales hasta el paroxismo, ecológico del pelo a los pies, combatiente del machismo y siempre en bicicleta mientras rebaña los cepillos de las iglesias y trata de defraudar a todo el que puede, al que se pone a tiro. Proyectar un hombre nuevo en el Sur de Europa es tarea improba, mejor refugiarse en las familis tradicionales con niños, suegras, cuñados, primos y abuelos. No será nuevo, pero se parecerá a la vida real, de nepotismo, amiguismo y felicidad de la vida cotidiana.