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Guerra a la carta

viernes, 28 de abril de 2017
Guerra a la carta En un artículo en el Boston Globe que me envía Sonia Sachs se plantea el Profesor Sachs verdadero oráculo de la política americana, un tema que nos preocupa a todos, nada menos que el de la guerra y la paz.
Estados Unidos tuvieron las conocidas guerras de expansión contra México y España y una vez consolidado su territorio se embarcaron en un papel de redentor de mundo. De ahí la frase del presidente mexicano Cardenas “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.

Para Europa la intervención de América en la Primera y Segunda Guerra Mundial fue decisiva, y esta última tuvo también grandes repercusiones en el escenario asiático. La cruzada contra el comunismo en plena guerra fría produjo enfrentamientos en Corea y en Vietnam. El primer ataque que sufre en su país contra el emblemático edificio de las torres gemelas provocó una búsqueda del enemigo exterior y el desastre que se ha producido actualmente en la antigua Mesopotamia, Iraq y Siria hecha pedazos. Sachs nos lleva a los momentos actuales en que el presidente Trump ha atacado a Siria, aduciendo un castigo ante las horribles escenas de la infancia agonizante provocadas por la guerra química y la represalia en Afganistán con la madre de todas las bombas tratando de destruir una de las bases de operaciones del Estado Islámico. Por si fuera poco, la visita del vicepresidente Pence a Corea ha existido una amenaza incluso nuclear contra Corea del Norte, que involucra también a las potencias nucleares de China y Rusia.

Aquí el distinguido Profesor de la Universidad de Columbia se vuelve apocalíptico y nos recuerda algo que todos tenemos en nuestras conciencias, la destrucción del mundo. Pone como ejemplo la intervención rusa en Afganistán, cuya repercusión fue una de las causas del desplome de la Unión Soviética y naturalmente el final de la Primera Guerra Mundial acabó con cuatro gigantescos imperios: Hohenzollern en Prusia, Romanov en Rusia, Otomano y Habsburgo. A comienzo del siglo veinte conviene darse cuenta de que había dos grandes imperios: el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Otomano que saltaron por los aires al finalizar la conflagración. El presidente Woodrow Wilson con su política de impulsar las independencias nacionales, puso fin a siglos de historia. La actual causa árabe y todos estos países que así se denominan formaban parte del imperio que lideraba la actual Turquía y la política panárabe del presidente Nasser fue la respuesta años después a esta nueva configuración territorial que trataba de llenar un vacío.

¿No podría ocurrir lo mismo en los Estados Unidos? No, es una demanda retórica, es una cuestión que nos interesa también a los europeos respecto a la supervivencia de la Unión Europea. El drama es que al frente de Estados Unidos está un hombre muy visceral, muy impresionable y sin calado político. Ve unos niños gaseados y rápidamente ordena un pavoroso lanzamiento de misiles. Esto contrasta con la frialdad que tuvo la administración Kennedy ante la amenaza de guerra termonuclear con la Unión Soviética durante la crisis de los misiles en Cuba. Estas guerras a la carta fueron precedidas por ataques preventivos como ilustra la guerra del 1898 contra España que pretendía liberar a pueblos sometidos por el colonialismo y que resultó en una nueva colonia en el caso de Filipinas y de las islas Carolinas y Marianas a las que incluso se les cambió el nombre. Todo ello se hizo contra la legalidad internacional, a pesar de que se invocaba una noble causa. En años posteriores a la creación de las Naciones Unidas no se han respetado las decisiones del Consejo de Seguridad pretextando la posibilidad del veto ruso. Es preciso que la política internacional se guie por los principios de la cooperación como se demostró cuando se logró el acuerdo nuclear con Irán entre Estados Unidos, China y Rusia y a mi juicio más importante todavía para adoptar el acuerdo de París sobre el clima y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Opina Sachs que la diplomacia es factible. Estas guerras a la carta han tenido consecuencias catastróficas ya que la inestabilidad en Europa y en Oriente Medio contribuyó al ascenso de Hitler con un tremendo holocausto, y unos veinte millones de muertos en solo la Unión Soviética.

Como medicina frente a estas catástrofes Sachs nos propone cuatro reformas de la política exterior. Los servicios secretos de la CIA deben ser restructurados drásticamente, ser una agencia de inteligencia y no un arma incontrolable del presidente.

Esta reflexión vale también para España basta mencionar la guerra sucia contra ETA y el señor X. La declaración de guerra debe debatirse públicamente en el Parlamento y no puede ser el capricho del líder. Se debe terminar con el secreto de la política exterior, que es parte de la política interior de un país y por último, y en esto no puedo estar más de acuerdo con Sachs, hay que hacer a las Naciones Unidas y a su Consejo de Seguridad el escenario de la diplomacia global. En este vital órgano político hay desacuerdos pero también se alcanzan acuerdos. Siempre hay que intentarlo antes de apretar el botón nuclear. Mejor que Trump se ocupe de la bella Melania y deje en paz al maletín nuclear. Tenga cuidado, no se detenga en ningún atractivo italiano, argentino o jeque árabe.

Una última consideración es que se cumple el centenario de la Primera Guerra Mundial en un momento en que la guerra, como entonces, parece impensable, pero tengamos en cuenta que exploremos la mitología en la que la apertura de la Caja de Pandora desató el caos en el Olimpo. La extraordinaria revolución tecnológica podría contribuir a este inimaginable holocausto. Deberíamos concentrar toda esta nueva sabiduría en luchar contra la pobreza, las enfermedades endémicas, proteger el ambiente, garantizar la seguridad alimentaria, aliviar la pobreza e incluso erradicarla. No es un cuento de hadas, es una proyección de la mente hacia esa búsqueda de la felicidad de la que habla la constitución de Estados Unidos.

Este dialogo con el Profesor Sachs que tengo el gusto de transmitir a mis amigos lectores de GD, es una reflexión que nos debe ocupar y preocupar a todos en primer lugar a nuestro gobierno e inspirar la política exterior. Pensemos en grande para atajar los problemas del mundo y no echemos aceite en el fuego con nuestras guerras de religión y viejas disputas entre cruzados y yihadistas y seamos serios. Tratemos de poner a los Estados Unidos en su sitio que es el de gran país continental que demuestra al mundo con sus políticas de progreso como se puede avanzar. Por cierto que los Estados Unidos deberían ser humildes e imitar a la vieja Europa en tema de educación gratuita para todos, sanidad universal y pensiones dignas para la población. Solo así europeos y estadounidenses podremos considerarnos hermanos en democracia y en cumplimiento de los derechos humanos. El ejemplo europeo puede ser excelente para Estados Unidos.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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