Las lágrimas de Angélica

En nuestra política nacional dominada por un monstruo ‎horrendo la corrupcion se multiplican las tramas, se desatan las pasiones, es un embrollo en toda regla, en que una dama pone sus lágrimas como expresión de desesperación y angustia. Como en el mundo épico del Orlando Furioso del Ariosto se entrecruzan los personajes y brillan las lágrimas de Esperanza Aguirre. Su mundo se desploma, su gigantesca obra de kilómetros y estaciones de metro, hospitales, escuelas e infraestructuras de todo tipo se derriban estrepitosamente. Es difícil repartir los papeles del Orlando entre los protagonistas de esta truculenta historia. Claro esta quien es la heroína, la moderna Angélica, no puede ser otra que la marquesa, a quien un incidente de trafico, un maldito aparcamiento, una trifulca con la policía, con persecución incluida, socavo su popularidad y la hizo perder el apoyo popular que le hubiera servido para alcanzar la alcaldía de Madrid. El destino y su temperamento indómito se la jugo a Doña Esperanza. Para sus obras públicas muy ambiciosas se rodeo de gestores sin escrúpulos, de chicos listos, con ansias de triunfo, de los que no se detienen ante nada, conocen la naturaleza humana que se mueve las más de las veces por intereses, que estos jóvenes paladines, estos Boys como los que rodeaban a la mítica Celia Gámez, la reina de la Revista, movieron los hilos, compraron voluntades, se lucraron también, pero rompieron las trabas buroraticas y consiguieron finalizar las tareas que les encomendaba nuestra moderna Angélica, la que ahora, a toro muy pasado derrama lágrimas, por lo que ella ha calificado sus ranas, los que según ella han traicionado su confianza. El todo vale tiene fecha de caducidad. Habrá que encontrar gestores que no necesiten de trampas y coimas. Es un problema de sistemas, de trazar unas líneas claras,que disipen las nieblas, las zonas grises, que separan lo que es un sano lucro de lo que es corrupción pura y dura. En todo caso, aunque se pueda poner la mano en el fuego por la honestidad y limpieza de esta líder liberal, del equipo de Joaquín Garrigues, su responsabilidad política es clara. Se mueve en un mundo muy dificil,en que las rubias sacan sus afilados cuchillos, en que sus rivales de partido buscan su revancha y la ven frágil, llorosa, casi por tierra y desean rematarla, aunque el descrédito les envuelva a todos.Pobre heroína digna de protagonizar modernos libros de caballería para unos o de refinada picaresca para otros. No oculto mi simpatía por la gallarda aristócrata emparentada con un gentilhombre asturiano. Por ello comparó sus lágrimas con las renacentistas lágrimas de Angélica.