Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

La baronesa y sus cuadros

viernes, 31 de marzo de 2017
La baronesa y sus cuadros Estamos en la hora de las mujeres y la Fontanera Prodigiosa, la Susana trianera, empieza su escalada irresistible, piensa el aparato de su partido, que ya la ve en La Moncloa convirtiéndose en la primera dama presidenta del gobierno. Mientras tanto el Divino Pedro, recauda euro a euro e inflama a sus veneradas bases, para hacerle la Pascua a la Trianera y de paso a todos los españoles. Como ya comenté en otra crónica audaz su libro de aliento en la mesilla de noche es El Conde de Montecristo y medita y se regodea en su dulce venganza, pero dejemos esta riña de gatos, pasemos de largo respecto a los gozos y las sombras de Astut Mas, el infatigable De Gaulle, versión generación Ikea de Cataluña y hablemos de pintura, obnubilados como estamos con la visión del Papa Francisco con los 27 líderes de la Unión Europea en la Capilla Sixtina, con un Juicio Final de trasfondo. Dostoievsky en un momento muy poético, remontando sus tinieblas acadabrantes, escribió que la belleza puede salvar al mundo y por esta razón para olvidarnos de Donald y sus quebrantos sanitarios y de los endemoniados de Corea del Norte con sus misiles hablemos de arte. Transportémonos con la imaginación al Ticino suizo a la ciudad de Lugano y de allí al Lago Ceresio, y entremos en Villa Favorita, para nuestra cita con el barón Thyssen, es un verano de los años noventa antes que la colección se trasladara a la Fundación Thyssen del Paseo del Prado. Es un testimonio hurtado a un lince de las finanzas,que fue quien protagonizó esta deslumbrante aventura. Mi compañero de mesa en una noche de caprichosa primavera en que en Madrid nevó se adentra en sus recuerdos con delectación, profesa una gran admiración por el barón, quien al anochecer de una tarde hablando de aburridas inversiones y pronósticos financieros en aquella Villa Favorita un edificio de tres plantas decorado con un gusto exquisito, salió al jardín, la vista era deslumbrante, luces sobre las aguas de ese lago de la Suiza italiana, tan sólida y primorosa, mi amigo se estremeció ante el misterio que encerraba este paseo nocturno, que fue muy breve, entraron el magnate Thyssen y el aprendiz de brujo, que en el mundo de bolsas y transacciones hay que serlo, en una dependencia, un pabellón repleto de obras de grandes maestros de la pintura mundial. Lo que sorprendió a mi amigo fue la forma en que el barón miraba a los cuadros, lo hacía con arrobo, como intentando penetrar en la verdad íntima de los lienzos. Quedaba en trance, acariciando con la vista a sus extraordinarios cuadros. No se podía sostener esa mirada, escuchaba, absorto la narración que el barón hacia de sus autores favoritos. Fueron unos instantes memorables que este escrutador de fortunas no olvidará jamás. Ya entrados en confidencias vuestro reportero audaz le arranco algunas sabrosas historias de crónica rosa, aunque ahora se estile la morada del peronista de Vallecas y sus amores descocados, de como Carmen Cervera, conoció al barón, fue su madre quien en su tráfico de amores de alto bordo, se entero de un viaje del Thyssen de Londres a Ginebra y compro un billete en primera clase para el pimpollo de su hija, tan bella, la vistió con las mejores galas entre elegancia y seducción suprema y la recomendó sobriedad y picardía, como si fuera una novicia casquivana. El barón entro en el avión con sus adlateres y se sorprendió de ver a aquella intrusa en su paraíso de lujo y prisas. La mirada, de otra se trata, se paseo varias veces, esta vez no en Picassos, sino en las formas que ya habían enloquecido a Tarzanes y a aventureros ladrones de joyas, de la escultural española y al final del corto vuelo surgió una invitación a una cena galante, que nada embruja más a las mujeres que escuchar hablar a los hombres poderosos de negocios, que las encandila y lo que paso luego es de sobra conocido, romance, matrimonio y devoción suprema, el caballero a los pies de Venus y la dama suspirando, admirando y colmando todos los deseos con exquisitez y rapidez galáctica. Las divas necesitan tener madres que las aconsejen en las complicadas artes de cetrería para que la pieza no escape y sea cazada sin posibilidad de escape, evitando "castings" escabrosos e inútiles, viajes de fin de semana y veladas extemporáneas. Provocando regalos de joyas y esos desayunos con diamantes a las que aspiran todas las adolescentes. Habla y no para de la inteligencia, tanto del barón como la baronesa, su lealtad le honra y se comprende que tenga grandes clientes, ya que la admiración abre todas las puertas y dicta lealtad y confianza. La próxima vez que vaya al Museo Thyssen tratare de contemplar los cuadros con esa mirada penetrante, mesmerizante, del barón y tratar de encontrar esos misterios, esos arcanos que encierran las obras maestras. Intentadlo vosotros también para vacunarnos contra la monotonía y la cutrez ambiente. Recreémonos con los cuadros de la baronesa.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES