Genio y Figura

Alfonso Ramonet es un caso singular. En una trayectoria vital llena de experiencias de trabajo y de vivencias orteguianas se está reinventando bajo la sabía batuta de José Luis Yzaguirre y sus andanzas dignas del Cid en el Real Casino de la calle de Alcalá. En el dilema de la profunda identidad de España entre Claudio Sánchez de Albornoz y su monumental España musulmana y de Amerco Castro y su España judía ha descubierto un jalón, un eslabón entre cristianismo y judaísmo que sitúa en la Santa Cena de Jesús, el Séder y con férrea determinación ha convertido esta fiesta de la Pascua judía en momento de encuentro de dos hermanos separados y en una iglesia de la calle Delicias oficia junto a su párroco este rito anual de dos comunidades siempre de espaldas y por un día de frente y fundiéndose en un abrazo. Hoy una brillante estudiante italiana Martina Mercurelli, que hace sus prácticas en Paz y Cooperacion nos explica a GD en crónica aparte con su talento de Cronista de Indias una etapa más del genio y figura hasta la sepultura de Alfonso Ramonet en pos de la fraternidad y de la exegesis, la explicación del alma profunda de España. Martina también busca su identidad escarbando en este personaje pirandelliano y así vitalmente la estudiante de relaciones internacionales, cuya asignatura pendiente es encontrar la sonrisa y el químico con vocación de teólogoo se enzarzan sin saberlo en un duelo a distancia en la búsqueda de sus identidades. Este tema del judaísmo y el cristianismo ha conocido momentos dramáticos en la España de los Reyes católicos que expulsa a los judíos y dando un salto en el tiempo digno de esa bellísima atleta que es la rusa Issimbayeva, con su pértiga nos transporta al franquismo en que se participó veladamente en la calumnia y en el sarcasmo contra los judíos al tiempo que se ayudaba a los sefardíes resaltando su hispanidad, pues en hebreo sefarad significa España. En una pequeña ciudad del Norte de Israel en Sefarad visite una sinagoga donde se conservan las llaves de las casas de Toledo y en Estambul descubrí un periódico en ladino, el dialecto medieval hispánico comparable el yiddish aleman. En la Italia de Martina entre Mussolini y Pio XII se trato de proteger a las comunidades judías, aunque por parte del fascismo flotaran las ideas raciales del imperio romano, pero conservando la gran Sinagoga que se afacha al Tiber y el ghetto con el laberinto de sus calles muy cerca del Panteón romano. En la España actual el debate de moda de la izquierda española es la Memoria Histórica una reparación a las víctimas del franquismo tratando al mismo tiempo de convencer a las nuevas generaciones que franquismo y nazismo son lo mismo y que la guerra civil la ganaron los que la perdieron. Alfonso y Martina tocan de refilon este drama ibérico y van más allá en la búsqueda de la identidad latina, aquí como en la cocina de Ferran Adriá, se va hacia la fusión en un juego de espejos que agrandan y achican, engordan y adelgazan esta historia de quienes profesan a Jehovah con su Tora a cuestas y de quienes se reclaman a Jesús, el Mesías que compartió el pan y el vino con sus discípulos y que con el paso del tiempo nos ha conducido a la Roma eterna caput mundi y a las ensoñaciones de la España una, grande y libre. Don Alfonso teje esta vez sin saberlo con su Penélope italiana su red hispánica y Martina remienda esta red, desata sus nudos, la saca a la luz y le da brillo siendo testigo de ese Ágora del Real Casino junto a Alina la bella moldava de Bolonia. Esta es amigos de GD el alma de las Tertulias el tratar de encontrar los siete pies al gato. Casi nada al aparato.