Gloria incierta

‎Pocas veces llega a Madrid una película hablada en catalán, que retrate un episodio de la guerra civil española y que no sea un panfleto, sino que sirva de escenario para un drama de pasiones desatadas. El director mallorquín Agusti Villaronga, autor de una gran película 'Pa Negre', lleva a la pantalla una novela de Joan Sales, Gloria incierta, este notable escritor catalán que describe como nadie el desamparo que producen las guerras, el drama humano de la desolación de los habitantes de un pequeño pueblo aragonés dividido entre los nacionales y los republicanos. En un momento de tregua de Navidad, en que todos celebran la Navidad unos, el Nadal otros. Un castillo como le gusta a Villaronga, sombrío, desadorno, fantasmal con una dama en negro, una viuda tenebrosa, la Carlona, una criada, con un padre atroz al que asesina y la fascinación que ejerce sobre un teniente republicano, estudiante de derecho de Barcelona, al que deja cabalgar su yegua, símbolo falico revertido, pero obliga a falsificar su acta de matrimonio con un marido ajusticiado del que tiene dos bastardicos, estamos en Aragón y la rudeza impera. Los republicanos predican el baño en la alberca, la higiene y el jabón, los nacionales rezan y cantan el Adeste Fideles, son los únicos tópicos, porque el drama estalla entre el teniente y su gran amigo desertor y nihilista, si a esto se añade la difteria de un niño, una madre desesperada y humillada y un desenlace de tragedia griega, en que la vida de Ramonet, el nen en cuestión, le cuesta un precio de sangre, a este cuarteto infernal. Parecería un folletín, pero no lo es, en realidad sirve para servirnos en bandeja, como la cabeza del Bautista, la desolación de la guerra, el sufrimiento de todos, sublimado por el amor a contemplar las estrellas, de la víctima propiciatoria, que huye de tanta hoguera de ideales traicionados, refugiándose en la grandeza de los astros, de noche,en un lóbrego Monasterio en que la vesania de los anarquistas no han dejado títere con cabeza, incluso desenterrando a las momias de improbables santos.Es allí donde las estrellas nos trasladan a otra dimensión, al sueño onírico de una lucecita de resplandor en la tétrica noche de una guerra civil. Una política cultural equivocada nos ha alejado a muchos españoles de grandes escritores como Joan Sales, las lenguas deben unir y no convertirse en un arma de combate ideológico. Habría que reorientar la enseñanza hacia el disfrute como puente cultural de los autores que escriben en catalán, en gallego, en euskera y en el balbuciente bable. Representan un gran patrimonio cultural de España.