Cuando estaba a punto de llegar Papá Noel a Ginebra, el pasado mes de diciembre, una de las tres juezas que sentenciaron el Caso Nóos consideró que el auto iba a ser muy favorable a Iñaqui Urdangarín. Entonces, otra de las magistradas, decidió que deberían de darle una vuelta y pidió prórroga para dictar la sentencia.
Lo que nadie se esperaba es que a la tercera, cuando va la vencida, el concepto favorable se aplicase en su más estricto significado y resultase ser un a favor. Porque el veredicto final que conocemos podrá estar muy asentado jurídicamente, pero nadie se cree que sería el que estas tres señoras, tan expertas en Derecho, aplicarían a otros reos que no fuesen, una infanta de España y un cuñado del rey.
Aunque lo que no saben en Palacio es que la prisión, incluso la guillotina francesa, es mucho más liviana para la gente noble que esta inocencia proclamada por un fiscal que no acusa a una inculpada a la que por siempre llamarán la florero.
Esta justicia pienso yo que no es ni justa ni ejemplar, que era lo que esperábamos quienes estamos hartos de que en España se robe impunemente, aunque sea en nombre del rey.
Pero menos lo es que se le dé permiso a un reo para aguardar en Suiza el resultado de un recurso que tiene que resolver el Supremo y que se puede prolongar en el tiempo. Por delitos incluso no juzgados, similares a los que se narran en la sentencia Nóos, hay cientos de imputados en las cárceles del Estado.
Ayer por la mañana, mientras estábamos pendientes de la vistilla, vimos en el programa de Ana Rosa como Iñaqui Urdangarín se subía a un autobús en Ginebra, la de Suiza, para ir al Aeropuerto y tomar un avión que le llevase a Palma. No sé si el marido de Cristina de Borbón utilizó el transporte público para decirnos a todos lo bien que se maneja en el extranjero o lo mal que andan sus finanzas, que no le permiten tomar siquiera un taxi.
En el mismo día en el que nadie iba a la cárcel tras la vistilla en la Audiencia de Palma, es decir, ayer, los periódicos daban cuenta en primera página de las condenas de Blesa y Rato, a seis y cuatro años y medio de cárcel, respectivamente, por el asunto de las tarjetas black.
Informaban en el mismo espacio de cómo se les perdonaba las fianzas a Chaves y a Griñán porque la Junta de Andalucía no había reclamado nada. También contaban que los ex presidentes del gobierno andaluz, serán juzgados por un magistrado que ellos nombraron y mantuvieron en un alto cargo de la Junta que ahora les perdona la fianza.
En la misma primera página destacaban como el cesado fiscal general de Murcia, el que imputó al presidente de aquella comunidad, declaraba que se persigue más a los fiscales que a los corruptos
¿Queda alguien, español o independentista, que confíe en esta Justicia? Me atrevería a reproducir la frase que pronunció sobre ella aquel ex alcalde de Jérez, Pedro Pacheco
pero resulta que el tío aún está entre rejas.
