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Las estrellas y la ira

sábado, 11 de febrero de 2017
El mes de febrero es el mes del cine. En España tenemos los llamados “cabezones” de los Goya mientras en Los Ángeles se celebra la gran ceremonia de los Oscar. “Tarde para la ira” ha sido la película premiada en la gala de Madrid. Una visión descarnada de la España cutre y feísta. Recuerda a la visión de la España negra de Solana y a las narraciones de Cela y en teatro a los dramas rurales tipo

“La malquerida” de Jacinto Benavente. Todo un horizonte brutal de baja pasiones, de tremebundas venganzas en un ambiente muy sombrío y lóbrego. Otra de las películas nominadas “Si Dios quiere” abunda en todo lo dicho y para más inri, en una gran ciudad. Evidentemente estamos a una distancia galáctica del Sorrentino que nos muestra lo más bello de Roma, pues también la Ciudad Eterna tiene sus bajos fondos de Pasolini.

La película más premiada “Un monstruo viene a verme” es un film de estética americana hecho por un director español y con un guiño a los asiáticos, tan amigos de los monstruos. En estas semanas se están exhibiendo las candidatas a los entorchados de Hollywood. Destaca con gran Las estrellas y la iradiferencia “La la land – la ciudad de las estrellas”, un musical rodado en los mismos estudios de la mítica “Cantando bajo la lluvia” con unos interpretes jóvenes, Emma Stone y Ryan Gosling que no pueden compararse a los Fred Astaire y Ginger Roger pero, que aparte de bailar muy bien tejen una historia repleta del sueño americano. El perseguir el triunfo por medio del esfuerzo y de la creatividad lo que los llevará a tener futuros separados pero a realizarse personalmente. Para quienes estamos metidos en el mundo de las estrellas por nuestra campaña escolar internacional Mirando a las estrellas – el futuro del mundo” es una delicia ver a los protagonistas bailar entre las estrellas en el planetario de Los Ángeles con una melodía muy pegadiza que es el tema, el leit motiv de toda la película. Se comprende que guste a la industria ya que tanto Emma como Ryan interpretan papeles de artistas noveles en lucha por un ansiado estrellato. Es un kolossal, no se repara en gastos, todo ello en ese mundo de colorines que rodea a Hollywood. Respira optimismo pero no oculta la dificultad de conseguir los objetivos que uno se marque, los reveses y sinsabores. Me decía un crítico que parece un ejercicio demasiado perfecto de fin de carrera. En todo caso es muy brillante y deja muy buen sabor de boca. Por último esperemos que estas visiones que de España y de California se proyectan en estos films comentados no reflejen el estado anímico de unos y otros. Sería como estar entre ciegos que se empeñan en no ver y visionarios que quieren ver. Me quedo con los segundos. E invito a mis lectores a que si consiguen ver las estrellas, en sentido figurado, impriman un optimismo a sus propias vidas, eso sí siempre, con mucho esfuerzo y capacidad de sacrificio y todos los días se muevan hacía la satisfacción personal de la misión cumplida. Entre “Las estrellas” y “La ira” saquemos la desvencijada urna de Mas a las calles y votemos por las estrellas. La ira se la dejamos a los fanáticos.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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