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¿Y ahora qué pasa con el PP de Lugo?

jueves, 09 de febrero de 2017
¿Y ahora qué pasa con el PP de Lugo?Hoy no puedo resistirme a hablar del acertado análisis que hacía ayer Quique Souto en La Voz de Galicia sobre el futuro del PP de Lugo en las próximas citas relativas a la elección de una nueva Junta Local y la renovación de caras visibles en el grupo municipal. Yo personalmente daba por descartado a Carballo para cualquiera de las dos opciones: la primera porque es conocida su falta de interés por presidir la junta local y la segunda porque al no ser concejal es complicado dirigir el grupo desde fuera.

Sin embargo parece que las fichas se mueven y que aquella resistencia inicial de Ramón va dando paso a la realidad de que es una persona de ¿Y ahora qué pasa con el PP de Lugo?consenso y que tendrá que afrontar el reto de presidir la junta local. Harina de otro costal es si eso va a suponer automáticamente que sea el próximo candidato a la alcaldía de Lugo, cosa que dudo bastante aunque podría hacer un papel más que digno en una campaña que, sin embargo, creo que perdería (para el PP, recuerden, no llegar a 13 concejales es “perder” las elecciones).

Carballo me cae bien. Bueno, me cae bien a mí y creo que a todo el mundo porque es de esas personas amables, simpáticas, cercanas y atentas que no se granjea enemistades a lo tonto como hacemos otros, y esa cordialidad que tan bien maneja es el primer requisito para presentarte a alcalde de tu ciudad. Su único punto débil sería precisamente el tan sabido rechazo que le provocaría una campaña municipal, y francamente, si él no quiere tampoco veo le mucho sentido a forzarlo a pelear en una batalla que no desea ganar. De eso ya ha habido en Lugo unos cuantos ejemplos y los resultados no fueron los más deseables del mundo.

Probablemente pocas personas habrá en Lugo más críticas con Orozco que yo, tanto con su gestión como con su triste legado, y sin embargo si algo he reconocido siempre es su lucensismo, su deseo por encima de todo de ser alcalde de esta ciudad. Esa pasión, ese empuje, creo que son necesarios para poder optar a un puesto como el que está en juego y si alguien no está dispuesto a dejarse la piel por Lugo (si acierta o no en la gestión es otro asunto) quizá sería mejor que siguieran buscando. Alguien habrá con la de gente que tienen por ahí.

El artículo de La Voz deja un poco descolocado a Quique Rozas, porque parece convertir en humo aquella poco sutil indirecta de que si Elena Candia se hacía con el timón de organización en la provincia convocaría elecciones a la junta local de inmediato (promesa que obviamente no se ha cumplido entre otras cosas porque no tiene capacidad de realizar tal convocatoria, aunque fue la razón por la que ganó en Lugo ciudad y sus ilusos votantes siguen esperando) y él sería el reemplazo de Jaime Castiñeira. La tradición del PP de que el presidente de la Junta Local sea el candidato a la alcaldía lo convertiría, por extensión, en alcaldable.

Pero aunque las cosas se pueden torcer para Quique en ese sentido, sabe que Carballo tiene tantas ganas de huir de la candidatura cómo él de abrazarla, así que podrían hacer una alianza que les garantice a los dos colmar sus aspiraciones. Uno cumple con la tarea que le asignan y el otro logra su codiciada candidatura así que el esquema sería fantástico para Rozas, que no se quemaría en un primer plano y podría llegar más fresco a la campaña.

Sin embargo en esa fórmula mágica fallan ciertas cosas. La fundamental es que quien hoy preside la junta local y dirige el grupo municipal, Jaime, tendrá algo que decir, y parece que no está dispuesto a dejar el liderazgo en el ayuntamiento en manos de una persona con la que ha tenido públicos y notorios desencuentros. Como bien dice Souto, las sorprendentes declaraciones de Castiñeira de que su compromiso es para cuatro años suenan un poco a “como me toquéis las narices no me voy, y a ver cómo os apañáis”, y la experiencia dice que esa táctica es dañina… si no que le pregunten a las candidaturas que no gozaron del apoyo del “jefe de grupo” saliente. Tampoco es que a alguno le fuera a servir de gran cosa en vista de las circunstancias, pero todo ayuda a favor y en contra.

El PP sigue funcionando internamente como si tuviera una hegemonía de la que no goza desde los años 90, y una rigidez propia de mucho antes. La torpeza de dinamitar desde dentro al que sin duda habría sido un alcalde de los que acumulan lustros (sí, claro que hablo de Joaquín) aún se está pagando en términos electorales, y lo que te rondaré, morena, a la vista de las graves carencias de la organización desde entonces.

¿Qué futuro les espera? Probablemente uno no muy bueno. El PP en nuestra ciudad sigue trabajando con directrices marcadas más por nombres que por ideas, más por amistades que por capacidades, más por malentendidas lealtades que por esfuerzos, y así les va. Y así le va a Lugo, con una oposición débil que no goza de la amenaza de la moción de censura.

La renovación se hará desde arriba, acordando los puestos en los despachos de siempre, sin contar con la militancia ni con las bases que, desinteresada y generosamente, llevan décadas dando el callo sin pedir más que el respeto a unas ideas que son pisoteadas día tras día. Y así seguirá siendo porque donde ellos ven coherencia los que cortan el bacalao ven aborregamiento. Y quizás sea cierto… hasta que deje de serlo.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


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