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Marisol

martes, 07 de febrero de 2017
Marisol Para todos los que tengan canas o se las tiñan Marisol quedo como una referencia de un tiempo pasado, que ni era mejor ni podía compararse a los tiempos actuales, aquel ciclón juvenil muy aupado por el régimen, que veía en ella una juventud arrolladora que distraia al personal y realzaba todos los prototipos del momento. Rubia, rubísima en una España muy gris, que salía de una durisima posguerra y se embarcaba con entusiasmo en el desarrollismo, del seiscientos, del meyba y de la mini falda,pero todo con buenos sentimientos con mucha azúcar y un optimismo sin causa. Esta chica genio que se desgañitaba cantando "el mundo es una tombola" ‎al hacerse mayor demostró una asombrosa capacidad camaleonica convirtiéndose, bueno tratando de hacerlo en una musa de la protesta y empujada por el amor del bailarín Gades, que había abrazado la causa comunista con el entusiasmo de un neófito, de un radical chic o caviar chic, cambió bruscamente registro y hasta mudó su nombre artístico y de la Marisol, acompañante en el imaginario popular a las folclóricas pasó a ser Pepa Bueno, una pasionaria que participa en el destape, que iba más allá "del Fraga hasta la braga" y de las relaciones consentidas por el moribundo franquismo y se significaba en la indignación social del tiempo. El tufillo de oportunismo no pudo quitárselo de encima y su imagen estaba violentamente transformada y se endurecia y se afeaba. De símbolo de un mundo hispano con anteojos y sin horizontes, de un Viva la gente ibérico intento ser una Juliette Greco, pero le faltó un Jean Paul Sartre y tampoco una Patty Pravo del Festival de San Remo. Se quedo entre Pinto y Valdemoro, en tierra de nadie y entonces vino su último transformismo ser la Greta Garbo española, que se retira al anonimato de su vida privada, apartada de su publico, claro que es difícil saber cual sería su público, perdida en su vida artística y personal. De la nueva Pepa Bueno no ha quedado nada, ninguna huella artística, pero la Marisol entrañable y familiar, de la España que todavía rezaba el rosario y hacia ayuno y abstinencia quedará para siempre prendida por los alfileres de sus canciones pegadizas y muy vitales. Como sería hoy Marisol en la hora de los populismos, tal vez una Rita Maestre que se desnuda en la capilla universitaria y que con un micrófono en mano imita a Lady Gaga o a Beyoncé y cambiaría a su antiguo noviete Íñigo por un Justin Bieber o un nieto de Chomsky rockero y suspiraria por convertirse en el último amor de Donald Trump. Un desmadre ideológico de estas calendas digitales, que exige mucho, muchísimo sentido del humor y si se te dejan las rígidas normas de genero, también del amor. Querida Marisol felicidades por tu sicaliptico 69 aniversario, permiteme volver a los tiempos de juventud y deleitarme por verte saltar y brincar con tu tombola.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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