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Mi gastronomía de fusion... y clásica

lunes, 06 de febrero de 2017
Tonto sería si no reconociese que hay cocineros que le dan a la comida un toque tan especial y que maridan tan bien los productos que el resultado es la mayoría de la veces sensacional, pero deja mucho que desear, sin desmerecer la innovación, que a veces entre escasa y los excesivos inventos, que también los hay, me cure en salud y prefiera platos tan clásicos como un buen caldo, una fabada, un cocido…mi paladar es tan vulgar que prefiere un pulpo que sea bueno, cocido en su punto, con un aceite de calidad y un buen pimentón, que todas esas reconstrucciones de mil chorradas hechas con tanto amor y cariño.

¿Acaso hay alguna buena cocinera que no se esmere echándole cariño y amor cuando prepara, por ejemplo, una buena empanada?. Lo difícil no es cocinar una buena merluza de Celeiro -también hay imbéciles capaces de joderla- sino convertir una hamburguesa del Mac Donald en algo comestible.

Vivo en un País en el que cada día me resultan insoportables las tomaduras de pelo y advierto a mis amigos que cuando me inviten a mí me den un buen corderito de Aranda, regado con un vinito de la zona, un chuletón de Ávila, sin reconstruir -eso que lo dejen para la murallas- y sin reducción de Pedro Jiménez, que el pobre ya tiene que estar más para allá que para acá con tanta reducción.

En mis platos yo prefiero que dejéis los pétalos en el jardín y que no aderecéis mis menús con ninguna lágrima de mil licores. Ya tengo las mías propias.

No soy hombre de fogones sino de mesa y mantel- me vale de papel perfectamente- y prefiero una buenas gambitas de Huelva- una docena me llegan- a una milhojas de carabineros con alioli de romero e incrustaciones de sándalo con un toque piña colada en infusión de guacamoles. Puede estar muy guay, pero permítanme dudarlo.

A mí ¡donde estén unas anchoítas de Revilla con un buen pan de trigo!... me lo cambian por esa colineta de ajo tierno con fusión de torta del Casar-¡qué manía tienen con joderla!- y salsa verde de crustáceos con olivas. Porque está claro que prefiero las anchoas.Y ¿qué decirles de un buen centollo, bogavante, unas almejitas a la marinera o simplemente unos mejillones cocidos en su punto.

Ya ven, no se trata de ser gastador, porque un buen guiso de carne, en su tiempo unas parrochitas fritas, unas sublimes xoubas… a mí me encantan. Y va siendo hora de enterarnos que Michellin no tiene estrellas sino que es una marca de rueda de coches y todos esos galardones, medallas y parafernalias son sólo fuegos de artificio muy caros, con muchos chefs y masters y otras mandangas.

Eso sí, con mucho artista, mucho amor y unas ganas terribles de joderte la cartera.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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