En un episodio de Cuéntame, la saga galdosiana, se narran las protestas en Madrid contra la visita de Reagan a España. Se le caracterizaba como un vaquero de segunda clase y se le tildaba de actor mediocre. Alfonso Guerra se fue a Noruega para no tener que saludarle. Años después se repite un mismo escenario de repulsa contra un Presidente americano conservador y que procede igualmente del show business, del mundo del espectáculo. Ronald Reagan era un anticomunista convencido, mientras Donald Trump es un populista de la derecha radical. El rechazo europeo se comprende, pero causa un cierto rubor que se le reproche el muro mexicano, cuando España lo tiene, por no mencionar a los países de centroeuropa que los han levantado para frenar a los emigrantes. Es en este capítulo de los refugiados donde el rubor se acentúa cuando la UE paga a un país tercero Turquía para que les libre de esta avalancha. Es cierto que no se enumeran sus países como hace el piromano de la Casa Blanca, ni se les etiqueta por su religión, pero en la UE hay países que lo han hecho, admitiendo solo a los cristianos. Trump es un provocador nato que recurre a su dominio de la escena para escenificar sus truculentas medidas y decisiones como ceses inmediatos y sus decretos draconianos. Sin ofender a los payasos se le podría calificar de clown o para los más cultos de personaje de la comedia del arte italiana. Imaginémonos por un momento que en España un tipo a la Jesús Gil renacido decretara la suspensión de todas las subvenciones y abolición del nepotismo y amiguismo. Se armaría la marimorena, y siguiendo en la fabulación que a los andaluces de la fontanera prodigiosa se les quitara toda la mamandurria del PER y se les obligará a depender de sus propias fuerzas. Pondrían el grito en el cielo, mientras atesoran las cifras más altas de paro, lo que les permite vivir subvencionados y ser junto a los extremenos los ilustres pedigueños de Europa o yendo más adelante en la fantapolitica este personaje radical y atrabiliario prohibiera todos los cien mil abortos que sacan brillo a nuestras prácticas nacionales o censurara el proselitismo sexista del que tanto nos preciamos o vetará por indigno contra la dignidad de las mujeres
los vientres de alquiler que favorecen a los denostados desiguales. Sería un escándalo sin parangón y este personaje se arriesgaría a ser lapidado por tratar de imponer la maternidad y el fomento de la natalidad y predicar como el Roig de Mercadona el esfuerzo como base del éxito en la vida en vez de rascarse la barriga clamando contra la desigualdad y disfrutando de las subvenciones y favores a los amigos y familiares. Todo un escándalo, que no os preocupéis no ocurrirá en nuestro país, nuestra querida España o 'Mi querida España' de Cecilia. Seguiremos compartiendo con el Sur de Europa el sueño de ser eternos paniaguados.
