Menores violentas

El titular de “La Vanguardia” de este domingo mostraba la corrección política imperante: “Dos menores de Lanzarote dan una brutal paliza a una chica y la graban en vídeo”.

Ese título hacía creer que fue víctima de dos chicos, pero no, las agresoras era dos chicas que además colgaron las imágenes en internet. “El motivo fue una discusión sobre chicos”.

El periódico no mentía porque ellas son “dos menores”. Pero no tituló “Dos chicas dan una brutal paliza a otra”. Va contra la ideología de género señalar que hay chicas violentas, “te mato porque él es mío”.

Poco antes la policía había detenido en Alicante a tres chicas que, con un chico lacayo, acosaron gravemente a otra.

Hace exactamente una semana se suicidaba otra niña, Lucía García, de 13 años, en Aljucer, Murcia, desesperada tras vivir el acoso escolar de “sus compañeros”, según la prensa.

“Sus compañeros”, masculino, eran otras chicas. Como lo eran las que llevaron al suicidio en 2013 a Carla, alumna de un colegio religioso de niñas cerca de Oviedo.

Entre los varones también hay cacerías, pero aparecen menos en las noticias como suicidas, quizás por ser más insensibles.

Estos acorralamientos de adolescentes muestran maldad, pues generan satisfacción haciendo daño, como aquellas niñas, en libertad enseguida, que asesinaron a otra en Cádiz en 2000 para saber qué se sentía matando.

Aunque no todos, muchas acosadoras y acosadores físicos, psicológicos y ciberacosadores seguirán siéndolo de mayores: es la naturaleza de sus instintos.

Hombres y mujeres somos parecidos cuando somos capaces de hostigar hasta provocar muertes. Imaginemos, pues, qué vida le darán estas chicas mañana como adultas a quienes convivan con ellas, porque seguramente seguirán acosando.

Es mi naturaleza, decía el escorpión al picar, pero sus víctimas no siempre reaccionan suicidándose.

Y una reflexión que no he enviado a los periódicos porque temo que no la publicarían: este cronista tiene la intuición de que las feminazis son, precisamente, el desarrollo natural las niñas maltratadoras y violentas, unas malas personas. Nada que ver con las feministas clásicas, las que luchan por la igualdad sin odio ni supremacismo.