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Donald Trump en Moscú

martes, 17 de enero de 2017
Fotos comprometidas de los servicios secretos rusos ha sido una de las bazas de los demócratas para tratar de desacreditar al flamante vencedor de la carrera presidencial americana. Donald llego a Moscu con su concurso de misses que aspiraban a ser la más bellas del mundo. Negocio y belleza. Espectáculo y visión de la mujer convertida en un trofeo para si misma y para la voracidad de los varones de medio mundo, el otro medio debidamente vigilados por sus esposas, suegras e hijas. El amigo Donald se alojaba en una suite de ensueño y allí se sentía como el emperador romano Tiberio en su gruta enfrente‎ de Capri, claro es substituyendo los pececillos por las más variadas misses, que a la ocasión dejaban a sus madres y carabinas castamente detrás de la puerta. Donald Trump en Moscú
Permítame querido lector devoto de la Virgen de los Ojos Grandes asumir el papel de voyeur de Galicia Digital e imaginarme la escena de Mr. President rodeado por todas las Olgas, Tanias, Ludmilas y Annias que en el mundo han sido, para no enfadar al virtuoso Don Xulio pongámosles unos bikinis decorosos y recreémonos en tanta pierna kilométrica, trenzas rubias casi blancas, atributos de 90-60-90 hasta aburrirnos, músculos endurecidos en horas de gimnasio y tendremos un cuadro bastante ajustado a la realidad. Como no tengo la pluma del Aretino no puedo entrar en detalles de lo que ocurría en esta suite de superlujo donde fluía el champansky y el vodka. Todo esto al parecer estaría grabado por los servicios secretos rusos convertidos ahora en voyeurs. Sinceramente creo que ni a Donald ni a su amigo Putin le preocuparía que se hicieran públicas estas imágenes, que dejan a la Hormigos en recoleta mantilla. Silvio, el magnate Berlusconi, Su Emitencia como le llamaban en Italia también fue objeto de espionaje mediático y su figura salió reforzada. A diferencia de Ronald Reagan, actor pero de westerns, Donald Trump es un showman y un cultor de la belleza femenina tipo Venus y Afrodita y se dirige a un público que sueña con los espejismos de la tele y que desea ocio y chismorreos o cotorreos como dicen en México. Donald conecta con el subconsciente de los millones de blancos en su país, con las clases medias acorraladas por la crisIs de la globalización, esa modernidad líquida que ha glosado el recientemente desaparecido Baumann. Donald les brinda toneladas de Venus al por mayor y les promete una Donald Trump en Moscúrecuperación del sueño americano. Machismo sublimado que hace temblar a las americanas aburridas de sus varones domados. La ideología puede condicionarnos pero no elimina las instintos básicos, en la suite de Moscú aderezados de cursileria y de romances de pacotilla. Una rusa tipo Matrioska a quien introduje en el arte de los toros me confesó que siempre quiso casarse con un millonario y que había cometido el error de casarse con su chófer. Decisión de acuerdo con la eugenesia, pero muy mala para sus finanzas domésticas. No estoy banalizando al personaje incluso creo que su acercamiento a la Madre Rusia es un gran acierto, una intuición que habrá brotado bebiendo champasky con una despampanante Tania. Vivir para ver ciertamente Trump esta debidamente cafeteado como gustan decir en Argentina para los hombres de mundo. Ahora hace falta que a su histrionismo se añadan dosis a cucharadas soperas de sentidiño gallego y tal vez Donald-Tiberio llegue a ser un buen Presidente, de momento ya le llaman Dólar Trump.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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