Fotos y versos en el Café Manuela

Antonio Novillo es todo un personaje del tendido Siete de Las Ventas y de la movida madrleña ha hecho de todo desde mozo de estoques, apoderado, buscavidas y ahora es un flamante fotógrafo. Presenta un libro con el poeta Luis Antonio Díez y lo hace en el corazón de la progresia del barrio castizo de Malasaña, el café Manuela, donde García Calvo, Ana María Matute y otras luminarias de las letras han presentado sus obras y marcado modas y tendencias. ‎Antonio me cuenta una historia de la Camarga francesa, tierra de caballos y toros, donde va todos años en verano y en un pueblo muy típico derrama su arte. Estas experiencias se plasma ahora en un librito, muy sentido con sabor a mar y toros ilustrados con sus fotos deslumbrantes. Esta con unos amigos que parecen sacados de un libro de historia, de cuando las revoluciones románticas del siglo XIX, sin esta fauna humana el barrio exótico de Manolita Malasaña, la muchachita heroína del dos de mayo no existiría. Del baúl de la Piquer de mis recuerdos surgen las imágenes de la familia Aragón, los famosos y polifacéticos payasos sentados en torno a una mesa con luz de velas en Pepe Botella, otro famoso local como el Teniente Ruiz. Retazos de historia de cuando la francesada. A diferencia de Chueca el barrio del orgullo y del arco iris, Malasaña tiene un cache intelectual, de artistas consagrados y de los que Maria Teresa León la mujer de Rafael Alberti llamaba los que hacen el amor cuando pueden y transcurren sus veladas en sueños nunca realizados, lo que les confiere mucho encanto, en el Salón de las Ideas Perdidas. Las tertulias donde se habla de lo divino y lo humano son la sal y pimienta de este divertido y comprometido santuario del Parnasillo. Entre trago y trago y de cuando en cuando aspiran algún estímulo prohibido. En años pasados en esta calle de San Vicente Ferrer te ofrecían costo, hachís, en las esquinas. Les ecrivains maudits, como les llaman en Francia a estos artistas son la familia natural de mi amigo Antonio, con quien he compartido tardes de toros inolvidables junto a Cossio otro aficionado de rango todo presidido por Andrés el de la lagrima, gacetillero y escritor taurino. Se habla a gritos, no somos daneses Sr. Rivera y las carcajadas llegan hasta la calle. Aparecen personajes que podrían bailar un tango en el Caminito porteño y una mujer teñida de rojo que no falta a ningún evento. El ambiente me puede y me sumerjo en este oasis olvidandome de la vida cotidiana. Luces de bohemia. Gracias Antonio por formar parte de un mundo que como las gardenias solo dura un día.