Europa en la encrucijada

Una serie de citas electorales pueden dictar el futuro de la Unión Europea. La insatisfacción de gran parte de la población europea puede abrir la puerta a soluciones populistas. En Austria podemos tener en diciembre un Presidente de este tipo. En Italia un referéndum constitucional, que se ha convertido en un plebiscito sobre el presidente del Consejo Renzi. En Francia planea la posibilidad de un Frente Nacional de la señora Le Pen. El liderazgo de la gran dama de la politica europea Angela Merkel se tambalea en Alemania. Por no hablar de la pujanza de los populismos incluso en pequeños países pequeños como Islandia y el asomar de virulentos movimientos en Holanda y en España. Por si no faltaba algo para acabar de trazar este sombrío fresco en el horizonte europeo ‎el 20 de enero Donald Trump se convertirá en Presidente de los Estados Unidos y sus primos británicos se debaten con un Brexit de trazos delirantes. Se reniega de la globalización. Se buscan fórmulas nacionalistas y proteccionistas. Surgen fenómenos de intolerancia racista y xenófoba. El terrorismo yihadista atemoriza a los europeos y nos alerta sobre una difícil convivencia con los musulmanes. Es la hora de los profetas de las desgracias, de quienes no ven los progresos evidentes de la Europa de después de la Segunda Guerra Mundial y se atemorizan ante la revolución digital. Estos apocalípticos, que también abundan en España desgranan estadísticas de niños hambrientos y de emergencias sociales que ponen los pelos de punta. Se quiere cambiar el modelo económico. Se rechaza el derecho a ser diferente. El buenismo ha ido demasiado lejos. Se postulan soluciones que han fracasado siempre y que han traído solo represión y miseria. Un nuevo nacionalismo, que parecía agonizante ante la pujanza europea se asoma a nuestras ventanas. La irrupción de China y los siete dragones asiáticos en la arena económica plantea nuevos problemas. Los organismos internacionales como las Naciones Unidas se cuestionan por su ineficacia. Se despierta una pasión peligrosa por los hombres fuertes del destino. Soluciones sencillas para problemas muy complejos. Unos populismos quieren la desaparición del Estado providencia otros lo quieren reforzado y gigantesco. Es un panorama de insatisfacción generalizada. Se ignoran las enseñanzas y lecciones del pasado y se nos quiere embarcar en un futuro incierto. Ante este caleidoscopio se requiere no perder ni la calma, ni los nervios y tener sentido común. Hacer balance mental de las mejoras de este mundo nuestro. Tener confianza. Recobrar la fe en nuestras creencias tradicionales. Ser optimistas y Abjurar de estos nuevos Merlines y sin violencia apartarlos de nuestras vidas. El futuro no tiene porque ser de los catastrofistas. Hay mucho margen para la esperanza.