Entre populistas anda el juego

El enfrentamiento entre Ciudadanos y Podemos, la gresca entre el sensato chico de Hospitalet y el encantador de serpientes de Vallecas sobre las similitudes entre Donald Trump y Podemos, un populismo de derechas y otro de izquierdas ha ocupado periódicos, tertulias de radios y televisiones. La clientela de ambos populismos es muy parecida, son las víctimas de las esperanzas frustradas de sociedades que creyeron nadar en la abundancia y en el ocio. Se les vende esperanza de un futuro mejor para unos se les promete grandeza nacional y a otros que acabarán las desigualdades. Orgullo y xenofobia. Odio y anarquismo. En común reaccionar frente a una crisis económica, superar la precariedad, aborrecer de la globalización, oponerse a las élites del establishment, la tan traída y llevada casta los unos predican el proteccionismo los otros el neoliberalismo y las multinacionales. Sus clientelas las clases medias empobrecidas y el proletariado, sus armas la movilización popular y el uso de las nuevas tecnologías. El auge de los nuevos populismos de derechas se apoya en el fracaso de las fórmulas económicas del comunismo, que sólo pueden imponerse por medio de la violencia, represión, campos de reeducacion y exterminio físico y sus resultados condenan a la mediocridad y a la pobreza a los países que han experimentado estas revoluciones,‎ esto en los casos más extremos, mientras en la orilla de en frente, estos salvadores del pueblo llevados a sus últimas consecuencias resucitan fórmulas del nazifascismo que llevaron al mundo a un horrendo holocausto. Son todos antisistema con dos utopías disolventes, cuya única cura es conservar y reforzar la democracia y los derechos humanos, las libertades civiles. Claro es que la utilización de ambos conceptos democracia y derechos humanos difiere entre ambos populismos. Los antisistema de izquierda intentan apropiarse de ambos y los invocan mientras los niegan al ejercitar la violencia, los de derecha no les van a la zaga, pero se reclaman a patria y al nacionalismo furibundo. Por ello los perfectos populistas son los independentistas, estos nadan entre unos y otros y si el mago Merlín se encarnara debería dotarles de sentido del ridículo y de sentido del humor. Se repliegan sobre si mismos,se meten debajo de la mesa ante los problemas que genera la globalizacion y la revolución digital. Ambos populismos ahora en pie de guerra nadan en la incertidumbre y recogen a los descamisados, a los indignados, a los desesperados. Trump en la hora de los clowns y del showbusiness promete que América volverá a ser grande, Iglesias y afines vuelven sus ojos a la Revolución francesa, a la Rusia de Lenin y a la China de Mao, pues Cuba y Venezuela son dos ejemplos nefastos, en definitiva desean un paraíso futuro. Quimeras de populistas de derecha, sobre los que planea un fascismo nuevo y de izquierdas entre el gulag y Shangri-La. Es de esperar que se imponga el bon seny, el sentidiño, el common sense y triunfe la Revolución del sentido común.