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Ferreira: Realismo mágico

jueves, 03 de noviembre de 2016
Ferreira: Realismo mgico En la hermosa villa de Ferreira do Valadouro se mezclan el realismo del presente con la magia del pasado; un pasado en el que Ferreira tenía algo mágico cuando venían las pescaderas y los "zoqueiros" al mercado de los sábados a vender el pescado y las zuecas de madera pero, sobre todo, en los días de esplendor de mediados del siglo XX, cuando Ferreira parecía La Habana con tantos indianos que volvían de Cuba con sus "haigas" y se paseaban por el mercado con trajes claros y sombrero, dejando tras de sí el intenso aroma de los puros habanos. Algunos de aquellos indianos habían sido socios fundadores del Centro Gallego de La Habana y levantaron una manzana entera de casas en la villa.

De Ferreira era el padre de Juan Orol (el Rey del cine negro mexicano), un famoso cineasta y galán seductor de exuberantes rumberas cubanas, que dirigió e interpretó, entre otras muchas, la película "Siboney" rodada en el Centro Gallego de La Habana y que, en una ocasión, vino a Ferreira. Y en Ferreira, se dice que el maestro Padilla compuso la música de la canción "El Relicario", cuando vino a visitar a su amigo Ramón Fernández Mato, aquel político del que dicen que cuando daba un mitin en la Plaza de Santa María y alguien le disparo un tiro que dio en el balcón donde se encontraba, dijo: "Ese no me dio, que venga otro".

También hubo un pasado mágico en el cine, dónde echaban las mejores películas de la época, y Rhett Butler (Clark Gable) le decía a Scarlett O´Hara (Vivien Leigh): "Francamente, querida, eso no me importa", o Ashley Wilkes (Leslie Howard) le decía a su eterna enamorada Scarlett O´Hara que nunca serían felices porque ella lo que más amaba, aunque tal vez no lo supiera, era la tierra roja de Tara. Era la magia del cine. La realidad era que Leslie Howard había muerto el 1 de junio de 1943, no muy lejos del cine de Ferreira, cuando el avión Ibis en el que viajaba de Lisboa a Bristol fue abatido frente a la costa de Cedeira por la aviación alemana.

El pasado verano, en Ferreira, el presente se mezclaba con el recuerdo de los personajes reflejados en una retrospectiva fotográfica desde 1895 hasta mediados del siglo XX, que se exponía en sus calles, y con el recuerdo de los personajes de las películas que, aunque ficticios como Rhett Butler y Ashley Wilkes, parecían tan reales como la gente de entonces y uno esperaba encontrárselos en cualquier esquina. Uno se imaginaba a Juan Orol o al maestro Padilla paseando por las calles de Ferreira, o a la "Orquesta Maseda" interpretando "Siboney" en la plaza, con el magnífico solo de trombón de Riego, y en el cine de Ferreira, que aún sigue en pie, me pareció escuchar todavía a Scarlett O´Hara decir: "¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!".

Realmente, mañana será otro día, pero siempre nos quedará Ferreira y su realismo mágico. Es lo que queda de lo que el viento (o el tiempo) se llevó.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


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