Camilo Nogueira, el nacionalista Ramón Piñeiro y el socialista Ceferino Díaz, de la corriente galleguista del PSdeG-PSOE. La foto está tomada cuando se aprobó la Ley de Normalización Lingüística en el Parlamento de Galicia.
De aquellas andábamos todos preocupados por los vertidos de residuos radioactivos en la Fosa Atlántica y la Democracia parecía haber entrado con buen pie en una Galicia que recuperaba la ilusión. Eran los años ochenta, el inicio de la década; cuando los cantautores la mayoría- colgaron las guitarras y los guerrilleros bajaron de A Madroa a las tabernas viguesas para cantar las de A Roda.
El asunto político parecía ir bien y salvo un Fraga que se quitaba la chaqueta en los mítines para intimidar al contrario, todos los líderes nos parecían buenos; los de aquí y e incluso los de Madrid. En este país, un carismático Camilo Nogueira fundaba el PSG, el Partido Socialista Galego. Camilo era entonces el político más respetado.
Sin embargo, Felipe González ganó las elecciones y el PSOE cobró fuerza en toda España. Sus representantes en Galicia se apropiaron de las siglas del PSC sin que nada ocurriese, pese a las protestas de aquellos gallegos que comulgaban con el socialismo nacionalista de Nogueira.
El PSOE pasó a llamarse aquí PSdeG-PSOE y se adueñó de todas las corrientes incluidas en el socialismo camilista. Además alimentó, sin proponérselo, la coalición nacionalista fomentada por la UPG, que unió en el BNG a todos los pequeños grupos creados a partir del finiquito del PSG.
De todos los analistas de la época, sin ánimo de presumir, los más cultivados en el arte de la política estaban en la redacción de Galicia de Noite. Pero en aquellas noches de Radio Popular no hubo nadie que vaticinara la actual sumisión del PSdeG al PSOE madrileño.
Todos creímos que el asalto al modesto partido de Nogueira serviría para crear una formación autóctona, federalista, de izquierdas, al estilo del que en Cataluña fundara en 1979 un grupo liderado por Joan Raventós y que, a pesar de representar al PSOE en el país, nunca utilizó sus siglas ni aceptó sus imposiciones.
Pero el PSdeG-PSOE optó, ya entonces, por lo contrario; y de esa manera se convirtió en un partido social demócrata, sucursalista del centralismo de Ferraz, desde donde se impusieron siempre los candidatos, incluso a la presidencia de la Xunta; y desde donde se cesó siempre a quienes reclamaban la independencia en aquellas decisiones que afectaban a Galicia.
Esta semana la Gestora del PSOE de Ferraz ha cesado sí, cesado- a la Gestora del PSdeG-PSOE de Galicia. Nada nuevo que nos sorprenda a quienes fuimos testigos de la historia moderna de un partido que comenzó puño en alto y desfallece aireando sus vergüenzas.
De verdad que siento mucho el espectáculo
aunque solo sea por aquellos militantes de los comienzos, a los que recuerdo con nombre y apellidos. Aquella pasión que le echaron no merecía este presente.
