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De la chulería a la rendición sin condiciones

sábado, 08 de octubre de 2016
No tienen propósito de enmienda. Esta derecha que ha gobernado al país con una mayoría absoluta capaz de infectarlo todo, no sólo no ha asumido la indignación que ha provocado en la sociedad, cuya máxima expresión han sido los movimientos ciudadanos del 15-M, es que siguen pensando que la democracia es votar cada cuatro años y una vez logrado los escaños y los gobiernos, al pueblo se le da la espalda sin más dilación.

Digo esto basándome en los siguientes argumentos procedentes del comportamiento de tal derecha:

Están convencidos que los episodios de corrupción con la sospecha de la perversa sustitución de la decencia pública por la subcultura del afanar, está descontado por el personal; es como si la sociedad hubiera aprendido que la política conlleva indecencia, cuyo único límite está en que "te pillen con las manos en la masa". Así que, ¡tranquilos!, el PP ya ha pagado todo lo que debía en forma de pérdida de votos, ahora olvidarse de los cabezas de turco y dedicarse a recuperar el poder.

Están argumentando, en sede judicial, que el asunto de las denominadas tarjetas negras, era algo normal, justa retribución a sus nombramientos, costumbre de gastar a costa del ahorrador, que terminó por convertirse en derecho adquirido.

Están aprovechando la gravísima crisis del PSOE, para imponer unas condiciones que recuerdan aquellas órdenes del General Santa Anna a los defensores del Álamo, "rendición incondicional o toque de a degüello".

Pretenden que los socialistas españoles, no sólo permitan la investidura de Rajoy, es que deberán actuar como un coro de Mariachis durante la legislatura, acatando disciplinadamente lo que se les ordene; si no fuera así, se vuelven a convocar elecciones generales, cueste lo que cueste, y dicho todo lo dicho, por los que ahora ven su oportunidad de vencer para mandar.

Partimos de muchos errores que deben ser corregidos.

La ley electoral que parece calculada para las mayorías potentes, pero nunca para las coaliciones entre partidos alejados de la mayoría absoluta.

La falta de costumbre a favor de la dignidad, que consiste, por otras democracias, en que aquel que pierde unas elecciones, se marcha y el partido convoca un Congreso de ideas y nuevos mandatarios.

La pérdida de fuerza y convicciones en los denominados partidos emergentes, que o se han diluido en acciones justificadas como, "para el bien de España" (?), caso Cs, o han jugado al todo vale y todo es susceptible de añadirse a la pócima que les lleve a ser el nuevo referente para la izquierda, y en ello, más importante que un gobierno para España, controlado por el Parlamento que puede y debe legislar, cambio y regeneración, resulta acabar engullendo al PSOE para disfrutar de su espacio por los siglos de los siglos...

Llegados a este punto, no sé qué papel le queda al Jefe del Estado. Pero debería tener uno que obligara, por coherencia con lo dicho y advertido, a presentarse a la investidura, siendo la fuerza política más votada. Esto está más claro, que la pretensión de que por las buenas, y sin tener en cuenta la opinión de la Cámara dónde reside la soberanía popular, se dote con bastón de mando, al líder de las lista más votada.

Alguien deberá explicarnos con calma, los auténticos motivos que han llevado a Pedro Sánchez a enrocarse hasta las últimas consecuencias, al más puro estilo numantino. Alguien deberá explicarnos si Felipe González dijo la verdad con el comentario que puso en marcha la tormenta que se desató en la sede de Ferraz el pasado sábado. Si es verdad, ¿por qué no lo contó antes?; si es mentira, ¿a quién sirve el viejo y carismático líder del PSOE que logró cambiar España desde 1982?.

¿Es bueno que un partido político esté gobernado desde las organizaciones territoriales?, y la solución de consultar con las bases, lo mismo que las primarias, ¿supone un riesgo continuo de ruptura y enfrentamiento entre militancia y órganos de dirección?.

Mientras tanto, en Cataluña creen que no sólo España les roba, es que ven una España débil, con un gobierno desprestigiado y en funciones, con un panorama desolador, que aprovechan para decirles a sus ciudadanos, "para estar allí, es mejor quedarnos solos, aquí".

Como decía aquella vecina del sainete, "Y yo, con estos pelos...".
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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