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Galicia ¿Paraíso de la derecha?

viernes, 07 de octubre de 2016
Un paso adiante i outro atrás, Galiza
i a tea dos teus sonos non se move.
As spranza nos teus ollos se esperguiza.
Aran os bois e chove.

Un paso adelante y otro atrás, Galicia
y la tela de tus sueños no se mueve.
La esperanza en tus ojos se despereza.
Aran los bueyes y llueve.

José María Díaz Castro


En mayo de 1983, con ocasión de uno de mis viajes a Galicia, me encontré con las primeras elecciones municipales, desde 1936. El Partido Socialista Obrero Español (poco socialista y menos obrero), junto a otras colectividades situadas en la Izquierda del espectro electoral, obtuvo un triunfo estruendoso y previsible, en toda la Península. Luego de la muerte del tirano, mílite gallego nacido en El Ferrol, se esperaba el consiguiente “castigo” en las urnas… Pero solo en una de las cuatro provincias de la Autonomía Gallega, A Coruña, el resultado fue favorable a la Izquierda. En Lugo, Ourense y Pontevedra, ganó la Derecha.

Para los gallegos no fue una sorpresa, sino la constatación de la fortaleza de los núcleos retardatarios en tierras de Rosalía de Castro, hecho que ha vuelto a confirmarse ayer, con el aplastante triunfo, por mayoría absoluta -que se repite por tercera vez consecutiva-, del llamado Partido Popular, encabezado por Núñez Feijoo.

Revisando las últimas doce elecciones municipales en Galicia, constatamos que la Derecha venció en todas ellas, desde 1983 hasta 2015. En cuanto a los comicios autonómicos, en 2005 la Izquierda logró hacerse con el gobierno de la Xunta, por primera y única vez, merced a una alianza electoral entre el PSOE y el BNG (Bloque Nacionalista Gallego). Fueron solo cuatro años de pausa para la Derecha gallega, pues en 2009 se eligió al PP Alberto Núñez Feijoo, quien se repitió el plato el 2012, y también ahora, en 2016. Los conservadores galaicos habían ganado las elecciones de 1981, 1985, 1989, 1993, 1997 y 2001, con dos períodos para Gerardo Fernández Albor y cuatro consecutivos para Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, en el gobierno dictatorial de Francisco Franco. (Fraga estuvo a cargo de la censura de la prensa y de los libros, donde ejerció como riguroso inquisidor. Al mando de la Xunta de Galicia, sin embargo, procuró vestirse con el ropaje de un demócrata ejemplar, a la mejor usanza de una clase política y de una ciudadanía desmemoriadas).

Toño Fraguas, en una publicación electrónica de La Marea, apunta seis razones de un triunfo forjado sobre los despojos de la sociedad gallega (y española), que pueden analizarse también dentro de esa capacidad del neoliberalismo de mantenerse, como Saturno, fagocitando a sus propios hijos, es decir, reforzando sus poderes a partir de sus crisis periódicas, cargando los costes y despojos sobre las espaldas de la inmensa mayoría.

De esas seis causas o ‘claves’, como las califica Fraguas, solo considero dos como esenciales, también aplicables a la realidad chilena, pues el dichoso “modelo” liberal a ultranza viene estableciéndose con calco en muchas naciones de occidente, con los resultados conocidos; en el caso de Chile, la inequidad es extrema, mayor que en otros países de la región, y los índices de desigualdad imperan en casi todas las actividades económicas, aun en las que se encuentran bajo tuición estatal.

Fraguas dice que “somos idiotas”, y define el adjetivo como propio de aquel individuo que sólo piensa en sí mismo y que sólo se preocupa por lo privado, por lo que le afecta a él, desdeñando lo público. Y agrega: sin ánimo de insultar y ciñéndonos a la etimología, podemos decir que la mayoría de los españoles tradicionalmente sólo se ha preocupado por lo propio, aunque cada vez en mayor número nos vamos dando cuenta de que lo individual no mejora si no defendemos lo colectivo.

A esta clasificación, dura y algo chocante, añade que “somos dóciles”, otro ingrediente sociológico que tiene que ver con la madurez democrática de buena parte de los españoles, su grado de participación ciudadana y su capacidad crítica. Todo ello está bajo mínimos y, aunque no queramos verlo, no ha cambiado sustancialmente desde el franquismo.

El mismo drama de la cesantía, o “paro”, como dicen en España, es arma que sirve a los dueños del poder para chantajear y extorsionar a los propios trabajadores: -“Hombre, agradece que te doy trabajo; hay miles allá afuera esperando por tu puesto”. Y así, hasta los recortes de remuneraciones hay que aceptarlos, porque “peor es nada”. En Chile conocemos bien esos mismos artilugios de manipulación social, junto a la campaña de desprestigio de los sindicatos que son, a la postre, la única instancia de defensa efectiva de los trabajadores.
Sin embargo, para Galicia y su llamativa “derechización”, esgrimiré otras razones o circunstancias, a mi juicio valederas por antiguas y arraigadas en el inconsciente colectivo de los gallegos. Como hijo de emigrante que ha vivido en parte la cultura gallega y que algo conoce de su historia y avatares, me atrevo a opinar.

Una de las razones históricas del conservadurismo gallego es el minifundio, la pequeña propiedad diseminada a extremos que nos parecen hoy curiosos y aun grotescos, como aquel caso, consignado en un censo de propiedad rural de 1907, en que se destaca un predio agrícola de 32 metros cuadrados, en cuyo centro crece un castaño; el predio pertenece a un dueño, el castaño a un segundo propietario, y las castañas que produce el árbol, a un tercer posesionario. Los tres ostentan el rango de “labrador propietario”. Poco parece importar que esa posesión individual sea miserable; lo que cuenta, en la psicología social gallega, es el hecho de poseer algo, ser dueño de… Ese individuo será conservador, desconfiando de cualquier propuesta “socializante” que ponga en peligro o entredicho su mínimo peculio. Aquí podríamos aplicar el antiguo refrán: “Ni dejar lo viejo por lo mozo ni lo cierto por lo dudoso”.

Como efecto perverso del minifundio está la sangría de la emigración. Los emigrantes, en tierras americanas, suelen adherirse a los partidos derechistas, tal vez como instrumentos cívicos que protegerán su bienestar económico alcanzado con singular esfuerzo, reverso benéfico de las penurias ancestrales.

Como interesante referencia comparativa, en nuestro Chiloé austral (Nueva Galicia), la particularidad del minifundio y el acendrado catolicismo heredado de los padres jesuitas, a través de las “misiones circulares” desarrolladas en el siglo XVIII en las treinta y ocho islas del archipiélago, nos muestran también una sociedad de raigambre conservadora, donde la Derecha mantiene su enclave tradicional. Asimismo, el chilote aún emigra a la Patagonia argentina, en busca de mejores horizontes dejando a la mujer y a la prole aguardándole en la engañosa quietud de los villorrios…

Otra razón es el apego a las creencias religiosas impuestas por la Iglesia católica, otrora gran poder económico en Galicia, sobre todo en el agro, a través del sistema foral, ejerciendo sin contrapeso su potestad espiritual e ideológica sobre las almas y las mentes, particularmente entre las mujeres, cuya significativa influencia rige la vida familiar, a través del matriarcado, asumido como rígida norma de convivencia moral. El párroco, administrador y usufructuario de los foros, tenía en sus manos ambas llaves: la del devenir cotidiano y la del destino escatológico, elementos con los que se pudo manejar una sociedad monolítica durante cinco siglos. La República fue un breve clamor libertario que se esfumó, violentamente, bajo la bota y la sotana.

Un observador externo colegiría que, en treinta y cinco años de autonomía gallega, la Derecha, representada por el PP, ha gobernado satisfactoriamente la nación de Breogán, puesto que sus ciudadanos le siguen otorgando el sufragio universal previsto en la contienda democrática.

Por otra parte, hay quienes sostienen que existe una extrapolación del viejo caciquismo de cuño gallego en la administración institucional, con el objeto de asegurar los “votos cautivos” de los funcionarios.

¿O será que Galicia sigue aferrada al atavismo somnoliento que refleja el célebre poema “Penélope”, de José María Díaz Castro: Un paso adiante i outro atrás…?

Quizá el paraíso de la Derecha sea también un tiempo estático, una especie de limbo, un reloj inmóvil, desprovisto del mecanismo dinámico de la Historia.
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


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