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Ladran, luego cabalgamos

martes, 13 de septiembre de 2016
Aunque lo de “ladran, luego cabalgamos” se atribuye erróneamente al Quijote, es una adaptación de dos versos de un poema de Goethe: “pero sus estridentes ladridos / solo son señal de que cabalgamos”. La expresión me ha venido al pelo.

Ayer me sorprendió un tuit de la Editorial MIC, la que explota la revista Ladran, luego cabalgamosoficial de San Froilán sin concurso público, concurrencia competitiva ni publicidad (bueno, en esto último les estamos haciendo mucha), en que aseguran que van a denunciarnos a mí y a La Voz de Galicia (no me pongo primero para darme importancia, es que lo citan ellos en ese orden) por las opiniones e informaciones que hemos estado publicando estos días, relativas a la peculiar relación que une a la empresa leonesa con el Ayuntamiento de Lugo.

Evidentemente la situación no es plato de gusto, para qué les voy a engañar. Sería una necedad alegrarse de una supuesta denuncia y que estos señores se tomen así las opiniones ajenas o que les pongan bajo la luz de los focos. Si les soy sincero en un primer momento hasta me preocupó por ver cómo cuajaba aquella maldición de “pleitos tengas, y los ganes”. También es cierto que la inquietud me duró poco porque la ley ampara decir la verdad y opinar sobre lo que hace o deja de hacer el ayuntamiento de mi ciudad, así que pueden venir a por mí cuando quieran y donde quieran.

En un primer momento iba a contestar a sus acusaciones, pero me salió un artículo largo como un brazo (y ya saben que cuando yo digo que es largo, es que me enrollo). Lo he borrado. Es una tontería entrar a rebatir a la Editorial MIC porque sus supuestos argumentos caen por su propio peso. Si ustedes quieren ver a qué me refiero solo tienen que leer lo que ellos dicen, compararlo con los artículos que he escrito y llegar a su propia conclusión. Entrar a su juego es distraernos a todos, y supongo que lo que se persigue es eso, desviar la atención del asunto central y, si se puede, asustar a quien lo pone sobre la mesa para ver si para de hablar. Pues va a ser que no.

Aquí la cuestión es muy sencilla: ¿Puede un concejal sentarse por las bravas a firmar un convenio por el que concede la explotación de un medio de comunicación oficial a una empresa seleccionada arbitrariamente? La respuesta es obvia: no. Lo dicen la Ley de Contratos y el sentido común. Hay que abrir la puerta a la competencia, la participación y la transparencia.

Asegura la editorial MIC que ninguna imprenta haría gratis el trabajo que ellos hacen. Aunque tenemos conceptos diferentes de lo que significa la palabra “gratis” puede que tengan razón, pero precisamente la cuestión es que no lo podemos saber porque no se ha dado a nadie más la oportunidad de presentar sus ofertas. Esa es la trama de este sainete y no otra.

Si quieren judicializar el tema por mí adelante. Nos podríamos venir arriba y citar a Jesucristo con su “bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos”, pero quizá sea exagerar. Sí creo en serio que es una forma como otra cualquier de abrir una puerta y ver qué pasa cuando Su Señoría lea el “convenio”. Tengo curiosidad por saber qué opina sobre los conceptos de “opinar” y “mentir”, porque hasta puede que las denuncias se inviertan y no sea yo el que se tiene que comer sus palabras.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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