A mi me resbala

‎Oí, restregándome los oídos, por si escuchaba mal la entrevista que le hizo Isabel Gemio a la inefable alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, cuyo padre era el sastre "que vestía a la gente bien" en anuncio de la época. Carmena ha mejorado mucho su diccion, ya no se expresa de forma quejumbrosa y modula la voz de forma más agradable. Se la vió radiante, feliz de su cargo, declarándose independiente y hablando con personas y no con partidos. Orgullosa con su equipo, su banda de los veinte, satisfecha de hacer una política innovadora que sorprende a la gente, por lo que a veces se la crítica, ante lo nuevo. Viaja en el metro, sigue con su bicicleta y su mundo es de color de rosa. No tiene ataduras morales, ni éticas, instalada como esta en el limbo de los beatos. La Gemio le pregunto por su buenismo y no se descompuso lo defendió y crítico suavemente el "malismo". Su actitud recuerda lo que cuentan las crónicas del payaso Rambal que parodiando al general Primo de Rivera decía "Yo sigo". A doña Manuela en su momento de éxtasis a lo Santa Teresa del Bernini, parece darle igual ocho que ochenta e incluso para rebatir la espantada del Grupo Wanda en la Plaza España nos cuenta que incluso compro una tetera y les sirvió el te a los chinos a su manera. Los hispanos somos muy agresivos e insultones del tipo de Sánchez, Rufián o el exalcalde de Getafe Castro y tenemos que modificar estas descargas de adrenalina y de mala educacion, por lo no que puedo calificar de "cara dura" a Doña Carmena y me limitó a destacar su desenfado y su alegría de vivir, como la gente que gusta tanto a los amigos de Podemos. Si Madrid está muy sucio ella lo encuentra menos que el pasado verano y así todo lo demas,resbalandole todas las críticas y sin alterar su éxtasis del poder. Al margen de esto hay que añadir hablando del buenismo a la Zapatero, que estamos llegando a un punto en que pronto se instalará una policía de genero, parecida a la que impera en Irán con sus policías de costumbres y sus plumeros represores‎. Hemos traspasado la línea del sentido común en nuestra adoración a los animales, en nuestra evitacion de molestar a determinados grupos y de emplear siempre las expresiones justas, que pone en berlina al humor,la espontaneidad e instala un mediocre pensamiento unico. Se confunde la gimnasia con la magnesia. Doña Carmena en su dicha nos invita a desterrar el malismo, no le hagamos caso, seamos ingeniosos, pícaros, divertidos o nos convertiremos en esos daneses y finlandeses, que aborrotan nuestras playas y que tanto entusiasmo despiertan en Albert Rivera y su muchachada. Por último dice con gran desparpajo que el Ayuntamiento de Madrid es un espejo en que debería reflejarse el gobierno de la nación. O sea felicidad sin troche ni moche para sus componentes, al resto de la ciudadanía que le den.