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Atención: Zoquete al mando

lunes, 29 de agosto de 2016
Dedicado a Mari… ferviente lectora ribadense afincada en Madrid.

Pensar que un señor que saca unas oposiciones para Registrador de la Propiedad, Notario, o Juez, lo convierte, como a Florentino Pérez, en un “ser especial”, es de una ignorancia supina solo propia de mediocres tinterillos (frustrados opositores), de mendaces tertulianos y de Francisco Marhuenda.

Para acceder a dichos puestos (ser hijo de Magistrado, Registrador o Juez ayuda mucho y si se es del Presidente de la Audiencia de Pontevedra mucho más) se requiere una gran capacidad de memoria, grandes dosis de sacrificio y una notable fuerza de voluntad. Pero, por increíble que parezca, no se precisa superar ninguna entrevista sicológica que permita apreciar si el candidato está dotado del más mínimo sentido común, o de si es capaz de desenvolverse en ámbitos distintos a los propios de las normas y las leyes.

A pesar de que la reciente historia nos advierte de que no son precisamente este tipo de profesionales los que dan con éxito el salto hacia la política (la gran mayoría de los que lo intentaron tuvieron que recular), hay uno, paradigma de la incompetencia, que no solo no retoma la plaza de Registrador, que cuidadosamente guarda desde hace casi cuarenta años en Santa Pola, sino que, quedándose en la Moncloa, se esfuerza año tras año en demostrarnos a todos los españoles (muy españoles y mucho españoles) que es un absoluto inútil: Mariano Rajoy.

Sus meteduras de pata son antológicas. Al igual que algunos reyes pasaban a ser reconocidos por la historia como “el Hechizado”, “el Sabio”, “el Cruel” “el Magnánimo”, este, dado que “el Pasmado” ya estaba cogido, pasará con el sobrenombre de “el Zoquete”.

La mediocridad y la insignificancia fueron siempre las señas de identidad de este personaje.

Su lema “el que resiste gana”, su actitud ante los problemas, que refleja en su famosa frase “a veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y esa es también una decisión” y su creencia (dejada por escrito) de que los hijos de buena estirpe son mejores que los demás, fueron y son su razón de ser a lo largo de su insoportable trayectoria política.

Si cuando aparecía diciendo que del Prestige salían solamente unos hilillos de plastilina después de que, como consecuencia de su nefasta gestión al frente del ministerio, se produjera la catástrofe ecológica más grande de nuestra historia, denotaba una caradura de tomo y lomo, ahora, que niega públicamente en televisión y ante decenas de periodistas haber dicho no solo lo que ha dicho sino además lo que ha dejado por escrito, alcanza el nirvana del caradurismo. Consiguió nuevamente, y en este caso sin la ayuda de su progenitor, sacar la oposición de caradura mayor del reino.

Pero bueno, en todo caso, que se puede esperar de un tipo que mantuvo seis años como director de gabinete al amigo Marhuenda, elevado ahora a comisario honorífico por su amigo y desastroso ministro del Interior.

En los Estados Unidos de América, cuando el presidente se desplaza por la Casa Blanca, los hujieres advierten a los presentes de su paso con la expresión: “la Libertad avanza”. En la Moncloa, cuando lo hace nuestro presidente se oye decir: “cuidado con el Zoquete”.
Sampedro, Jorge
Sampedro, Jorge


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