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Toros y bestias

miércoles, 17 de agosto de 2016
Los antitaurinos han tenido sus días de gloria y de bochorno en estas fiestas de la Virgen. En San Sebastián han podido desplegar toda su falta de creatividad, sus insultos y amenazas. Se han desgañitado con sus coros desafinados armados de pitos y megafonos. "Toros y taurinos asesinos", "No contra la violencia machista", "Esta plaza la vamos a cerrar", "Mucho dinero poca educación" y un idílico "Toros libres y felices". Estos cantos son de Gijón y de su Feria, pero pertenecen al pensamiento único prohibicionista y furibundamente antiespañol‎. El toro como símbolo de enfrentamiento y de bandera contra el casticismo. El millón de personas que dependen económicamente de este bello animal enfurecen a quienes no ven vergüenza, ni crueldad en eliminar los fetos humanos, pero activan su piedad frente a lo que califican como tortura. Desprecian la estética personal con su feismo y su grosería. Su lema es feos pero compasivos. Desgreñados pero combativos. Violentos e indignados. En este verano en que se repiten escenarios que ya creíamos superados del enfrentamiento entre españoles, de las dos Españas de Machado, del frente popular en versión vergonzante, es lógico que se vea en la fiesta taurina, un tema candente para el litigio y la confrontación. Es cierto que se trata de una minoría muy violenta, que coincide y esterioriza una sensibilidad extendida de amor y respeto por los animales, de su equiparacion a los seres humanos. Sus primos lejanos los yihadistas prohíben la música y el deporte, imponen vestimentas y barbas, prohiben y reprimen. Es la lógica de la intolerancia llevada al paroxismo, con la escusa de la religión, mientras nuestros antitaurinos abrazan la causa de la lucha extrema contra el machismo ejercitando al máximo esa misma violencia que reprochan a los machos ibéricos a quienes despojan de sus plumas de pavo real y los vapulean sin piedad. En vez de gritar como el mantra tradicional francés "Vive la difference" ven en el instinto la fuente de todos los males y se decantan por un unisex donde desaparecen las curvas, los atributos, la magia del amor y del respeto mutuo, las bellas aventuras y venturas de la paternidad, de la sagrada maternidad, la alegría y el refugio familia, el placer y el dolor compartidos. Todo se esfuma desaparece ante una ideología de género que ridiculiza a hombres y mujeres y donde se debería aspirar a la concordia y una sensación de felicidad aparece el envilecimiento de las relaciones humanas, en una clara incitación al odio y al suicidio de la especie. Mientras unas minorías protestan y se manifiestan una mayoría llena las plazas y las carreteras y hay una mayor alegría en el consumo y un aumento en el empleo, aunque sea precario. La realidad es que frente a una minoría muy motivada y participativa, hay una mayoría que no desea reunirse ni en las juntas de vecinos, lo que puso en crisis la famosa autogestion yugoeslava. Esta minoría que nos quiere hacer la pascua, que desea una revancha imposible contra una derrota en la guerra civil, que reniega de la transición y su política de reconciliación nacional tiene como santo y seña borrar del mapa nuestra fiesta nacional, atentar contra ese bellisimo animal nacido y criado para la lidia, imponer, prohibir, afear y envilecer. Toros y bestias.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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