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Un cuento de verano

jueves, 04 de agosto de 2016
Las vacaciones deben servir para poner el contador a cero y empezar de nuevo. Claro es que todos llevamos un baúl a la espalda y su peso nos abruma, por eso es bueno aligerar nuestros debes y haberes‎ y poner en marcha nuestra fantasía ese rincón de lo imposible. Como me gusta programarlo todo, ya lo tenía todo previsto, mañana escaparía de Madrid hecho un horno de panadero y comenzaría de nuevo. Pero que ocurre cuando en el último momento se nos cruza una estrella nova, de forma inesperada y mágica. El destino tiene sus tiempos diferentes y no sabe de calculos, le gusta jugar con nosotros. Como al Dante Alighieri, a Petrarca, a Diego, a Abelardo y no por último y no último al mismísimo Don Quijote de la Mancha con sus Beatrices, Lauras, Isabeles, Eloisas y Dulcineas. Como lograr que nuestro cronómetro se pare y la estrella nova no se nos meta en esa máquina maravillosa que es nuestro cerebro. Tarea imposible. Entonces pensemos en los hipopótamos de los ríos y charcas africanas y sumerjamosnos dejando fuera tan sólo lo indispensable para respirar. Los espejismos hacen ver agua y bellos oasis a los sedientos que atraviesan los desiertos, que a veces parece que nuestra parte afectiva esta obstruida, atorada sin remedio y de repente se desatasca, pero el espejismo tiene sus ventajas no nos quita la sed, pero nos permite unos momentos de ilusión y no molesta al prójimo, en este caso a la prójima, que no comulgamos en las aguas turbulentas de Zerolo y sus amistades de Chueca. Volvamos como Proust en la búsqueda del tiempo perdido a enfrascarnos en el momento y recreemos los momentos que alteraron nuestros planes. Lo inesperado nos golpea, nos atormenta, nos alegra en un pis pas, en un segundo y así fue,pero no quiero que entréis en mi secreto, os dejo adivinar, intuir, especular, desentenderse o dar en el clavo. Os diré tan solo, que lo negro se vuelve blanco, y lo verde rojo, lo amarillo se dispara y nos ciega entre un estremecimiento y una gozosa sacudida. Las camelias son muy bellas y fragrantes pero duran tan sólo un dia, son flores de un dia, a diferencia de los geranios tan duraderos y resistentes. Camelia o geranio, tal vez ni lo uno ni lo otro y como los cuerpos enterrados se disuelven con el roce de la luz, pero un instante puede ser muy gratificante. Pelillos a la mar, este cuento de verano puede terminar antes de empezar. Las Beatrices, Lauras, Isabeles, Eloisas y Dulcineas tienen derecho a que se las deje en paz y no les demos la tabarra, desean liberarse, romper sus cadenas de sentimientos y responsabilidades, quieren volar libres como los pajaros,asi es que no les cortemos las alas, dejemoslas ser camelias y geranios como ellas quieran, pero agradezcamosles el instante,el soplo de ilusión, sin llegar a un perturbador boca a boca, instalados en un vivo recuerdo, que hace sonreír y no nos conviertan en buscadores de los muñequitos de Pokemon, mejor recitar como don Juan Tenorio "en esta apartada orilla..." evitando el sofa, refugiandonos en un cómodo sofa, en una imaginaria chaise longue, eso sí mirando al mar, a ese Cantábrico ruidoso y tan agitado, ahi si que son bellas y apetitosas nuestras quimeras de verano.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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