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Carta longa brasileira

miércoles, 03 de agosto de 2016
Casi no tengo nada para contar. Este año está siendo un poco difícil y complicado y hay que hacer vueltas y más vueltas para evitar los obstáculos. Cosa que no es tan fácil, como puede parecer. De la antigua dirección del colegio sólo quedé yo. El jesuita que junto conmigo hacía parte del Consejo Director está ahora en Bahía, cerca de Salvador donde yo me pasé 13 años. Yo me quedé. El provincial me ofreció volver a Bahía donde me recibirían de vuelta con mucho gusto. Pero le dije que si no se oponía, prefería quedarme.

Empezamos el curso con bastantes cambios, especialmente de colores. Nuestro nuevo director decidió pintar el tercer piso, el piso de los mayores, donde hay 12 salas de aulas, 3 salas de tutores y varias otras entre las cuales está también la mía. Y lo pintó de amarillo "gema d'ovo", como decimos aquí, todo el piso y las paredes hasta poco más de un metro de altura, tanto el pasillo como las salas y aulas. Aquí estoy yo escribiendo, sentado, con los pies apoyados en el amarillo yema de huevo del piso. El techo quedó de blanco pero las lámparas fluorescentes que antes formaban una línea recta, ahora forman una línea quebrada de un extremo a otro del pasillo que mide unos 70 metros

Y claro vinieron los chistes de los alumnos:

- ¿En qué se parece el nuevo tercer piso a un huevo? - En que es blanco por encima y amarillo por debajo.

- ¿Cuál es el título de la película? - "Viaje al centro de la yema del huevo".

- ¿Por qué las luces del techo forman una línea quebrada? - Porque así queda la cáscara del huevo cuando se quiebra.

Y ahora, si queréis, reíros también vosotros...

Pero la cosa va en serio. Este año el colegio cumple 60 años. Aparece "60 años" en todos los rincones del colegio, en todos los papeles, (menos en los míos, ¿eh?)... Y lo peor viene ahora. El día 6 de agosto, sábado, a las 10 de la mañana habrá una misa solemnísima en el pabellón de deportes para celebrar los 60 años.

Estuve leyendo la lista de invitados. ¡Una barbaridad! 70 autoridades invitadas, (¡hasta ahora!) a empezar por el Padre Provincial de Brasil, siguiendo los rectores de universidades, colegios, seminarios, mandos del ejército, ayuntamiento, arzobispo, párrocos, sindicatos, etc... ¡Esto en el Estado de Minas Gerais no suena bien! El dicho que retrata cómo es la gente de aquí dice así: "Minas trabaja en silencio". Cuando el colegio cumplió 50 años, fecha más importante que los 60 años, fue todo más comedido y "silencioso"... Pero en fin, tal vez en ese día yo esté con dolor de barriga y no pueda participar...

Un motivo de preocupación de principio de curso fue la amenaza medio real y medio imaginaria del "dengue". Medio real porque los mosquitos están ahí, por todas partes. En el campo, en la ciudad, en las casas, en las escuelas y colegios, en las aulas y en mi sala. En mi mesa tengo un insecticida espray a mano para cualquier mosquito que se atreva a acercarse, aunque venga disfrazado de mosca común. Y son muchos los que se acercan. Esto es (o era) una amenaza real.

La amenaza imaginaria estaba en una especie de paranoia. Todo era dengue. Cualquier dolorcito de cabeza o de barriga o del dedo meñique era síntoma de dengue. Los alumnos para ir a la casa de ejercicios, para participar de los días, mañanas o tardes de formación, tienen que atravesar el bosque durante menos de 5 minutos, por una pista de cemento. Era tal el temor de los padres, especialmente de los alumnos pequeños, que exigieron que los llevásemos en coche, con las ventanillas cerradas, dando la vuelta por una pequeña carretera que rodea parte del bosque.

Resulta que el bosque, según los especialistas, es donde hay menos mosquitos o ninguno porque tienen muchos predadores, especialmente los pájaros de día y los murciélagos de noche. La pista es pues el camino más seguro para que los niños puedan llegar inmunes a la casa. Además los mosquitos se esconden precisamente en lugares oscuros y sin viento, como es un coche. En mi sala, aunque estuviera frio, yo dejaba el ventilador funcionado para que los mosquitos no se aproximasen, pues no tienen fuerza suficiente para volar contra el viento y son arrastrados por él.

Pero bueno, sea por el tiempo, el invierno, o por otros motivos, ya no se habla casi nada de estos mosquitos ni del dengue. Pero la cosa llegó a tal extremo que un profesor de religión que estaba explicando la plagas de Egipto a sus alumnos, cambió de tema por causa del mosquito "Aedes aegypti”, causador del dengue.

Una tutora del colegio fue internada con dengue, muy grave, en la UTI de un hospital. Yo la fui a visitar varias veces. Estaba sedada, con respiración artificial. Pasó unos 60 días en el hospital. Ya está en casa recuperándose muy lentamente, pero ya no volverá este año al colegio, creo yo. Se habló mucho de ello en la ciudad, incluso la dieron por muerta. En un periódico se dijo y traduzco al pie de la letra que "de acuerdo con el ayuntamiento, una investigación comprobó que la tutora no fue picada por el mosquito en las dependencias del colegio".

Lo comenté en la sala de profesores, dando mi opinión sobre la noticia diciendo que nadie puede decir donde una persona fue picada, pues hay mosquitos por el colegio como por cualquier otro lugar, por las calles y en las casas. Los profesores también confirmaron que era una afirmación que nadie podría probar.
Pero bueno, dejemos los "Aedes aegypti" para tras y vamos adelante.

*** *** ***

Un día llegó a mi sala una niña de 8 años. Era por la tarde. Se sentó a mi lado y empezó así:
- Mis padres me dijeron hoy que se van a separar. Y que mi madre se va para otra ciudad muy lejos que es donde nació, y mi padre se queda aquí. Y que yo tengo que escoger con quien voy a quedarme. Yo quería que tú me ayudases a escoger.

¡Imaginen qué situación la mía!...

Después me explicó que sus padres vivían discutiendo mucho y gritando y riñendo y que por eso se iban a separar. Que ella por un lado quería irse con la madre, pero por otro quería quedarse con el padre por causa de sus amiguitos y amiguitas del colegio.

Charlamos durante mucho tiempo. Me contó muchas cosas. Y le dije que lo que me pedía era mejor que lo resolviera con sus padres. Pero si ella quisiese, que convenciera a sus padres a venir hablar conmigo. Le gustó la idea y dijo que los iría convencer para que vinieran. Y lo consiguió.

Llegaron al final de la tarde, con la disculpa de venir a recoger a su hija. La niña los trajo a mi sala y se fue a jugar al patio. Estuvimos hablando más de una hora. Les pedí que me contaran lo que pasaba entre ellos, uno de cada vez, pero sin interrumpir uno al otro. Así lo hicieron. Después hice un breve resumen de lo que habían dicho. Concordaron con lo que dije. Entonces les pedí que se hicieran preguntas uno al otro y se explicasen para que las respuestas quedaran claras, etc. Lo hicieron muy bien y con calma, sin levantar la voz. Al final noté que ya se llamaban "cariño", "mi amor" y otras cosas semejantes, con un tonillo especial, y me dije "la cosa está yendo bien"...

Al final me dijeron, riendo, que la niña les engañó diciendo que la tutora le dijo que tenían que venir los dos al colegio al terminar las clases. Vinieron y ella los empujó hasta mi sala para que me conocieran y los dejó solos conmigo. Nos reímos bastante de la jugada de la niña.

Les acompañé hasta el patio donde la niña estaba jugando y allí nos despedimos.

Hace ya más de tres meses que estuve con ellos y, según la niña, está todo muy bien.

*** *** ***

El día 30 de junio, jueves, un hombre de 40 años mató a su madre, una tía y una sobrina de 19 años que estudiaba medicina en la universidad. Parece que el motivo fue la herencia. Fue un crimen que dejó la ciudad conmocionada e incluso asustada.

La madre de una chica que hace parte del grupo de jóvenes que acompaño todos los sábados y que vive en el mismo edificio donde ocurrieron los asesinatos, me pidió que fuera al velorio para rezar con los familiares y amigos y decirles algunas palabras de consuelo y ánimo.

En Brasil no existen los llamados tanatorios, pero sí locales especialmente preparados para los velorios en los mismos cementerios. Hay varios cementerios y las tres fallecidas estaban en el "Parque da Saudade", que es el mayor de la ciudad. Los tres ataúdes estaban en el mismo local y cerrados, pues el asesino las golpeó en la cabeza con un machete y quedaron muy desfigurados. Había mucha gente.

Cuando estaba para marcharme ya dentro del coche de la madre de la chica de que os hablé antes, que fue quien me llevó al cementerio, se acercó un policía por el lado donde yo estaba. La mujer salió del coche y me dejó sólo con el policía. Abrí la puerta. El policía estaba llorando. Era pariente de las víctimas y, por lo tanto, también del asesino. Lo peor es que hacía parte del pelotón que le persiguió y fue él quien le dio el alto y lo prendió. Lloraba por todo eso y porque tenía miedo que al meterlo en la cárcel le mataran los otros presos. Le dejé desahogarse, conversamos un rato y se fue un poco más aliviado.

Días más tarde, el lunes día 4, me llamaron para que participase en una reunión con los moradores del edificio donde vivía el asesino con su madre y sobrina. Era un edificio pequeño de tres pisos con tres viviendas cada uno. Nos reunimos en el vestíbulo de entrada al edificio.

La reunión fue muy buena con casi todos los moradores, pues algunos no pudieron estar presentes por causa de otros compromisos. Al final, uno de ellos resumió muy ben el resultado, diciendo: "Esta reunión nos sacó de nuestras madrigueras, donde nos escondíamos entre medrosos y asustados. Ahora nos sentimos mejor".

Antes de irme, ya bastante de noche, la familia de la chica del grupo de jóvenes me invitó a tomar "um cafezinho" en su apartamento. ¡"Cafezinho" significa muchas cosas más! La chica hizo, ¿cómo no?, varias fotos que subió a internet "para dar envidia a los del grupo porque estuve en su casa" - explicó...

*** *** ***

Hora de recordar algunas anécdotas con los niños más pequeños del colegio.

Un día, un niño de los que vienen a misa los domingos con sus padres, me paró en el pasillo y me preguntó muy serio:
- ¿Eres tú el mismo que dice la misa los domingos?
- Sí, ¿por qué?
- Es que estás diferente.

Otra vez atravesaba el patio durante el recreo y me paré viendo las niñas saltando a la comba. Había una fila y yo me coloqué el último, diciendo:
- Yo también quiero saltar a la comba.
Se rieron y poco después una niña se me aproximó:
- No saltes. Te vas a quedar viejo.

El invierno, en Juiz de Fora, a veces es bastante frio. A mí no me gusta mucho andar abrigado. Un día, también atravesando el patio, se me acercó una niña:
- Hace mucho frio. No andes así. Ponte una chaqueta...

La hija pequeña de una profesora suele venir para mi sala a esperar a su madre al final de la tarde, pues a veces su madre se atrasa. No sabe leer, pero le gusta mucho hojear las revistas, especialmente las revistas de dibujos tipo "tebeo" que no sé cómo las llaman ahora.
Un día se sentó en una silla a mi lado, abrió una revista que traía consigo y me dijo:
- Mira qué bonita.
Entonces yo la acompañé mirando también los dibujos que ella miraba despacio, muy atenta. Después de un rato, me miró y preguntó:
- ¿Ya puedo pasar la página?

Esto ocurrió en la calle.
Delante de mí caminaba un matrimonio con una niña pequeña andando (casi corriendo) a su izquierda y en los brazos un niño o niña, casi un bebé. Se veía que todas las atenciones estaban dirigidas al que llevaban en los brazos.
De repente la niña miró para atrás, me vio y vino corriendo abrazarme, gritando:
- ¡Abuelito!
Yo no la conocía de nada ni a sus padres, pero la abracé también y le sonreí y después se volvió para junto a sus padres, al parecer muy feliz, mirando para mí. Sus padres estaban tan entretenidos con el crio que no notaron el encuentro de la niña con el "abuelito".

*** *** ***

Una tarde vinieron a mi sala una niña y un niño y me entregaron un sobre hecho a mano donde estaba escrito: Para o Padre Cabada. Abrí y dentro venía una invitación en papel color naranja, escrita a mano con letra infantil. Decía:
Padre Cabada. A turma do 3o C gostaria de lhe convidar para que pudesse falar um pouco sobre sua infância. Local: Sala do 3o C. (Firmado) Alunos do 3oC.
Después ponían el día y la hora. Se veía la mano de la profesora, pero me gustó la idea y acepté. Los alumnos de 3o tienen unos 9 años.

Les hablé de Sabucedo, el significado del nombre, proyectando fotos del pueblo de la casa del Recanto, de la Iglesia donde fuí(mos) bautizado(s), de las bestas en el monte y de la bajada. Cómo los niños y niñas nos preparábamos para subir al monte, del lobo, del río, de subir a los árboles, de caernos a veces, etc. Como todos teníamos navaja para hacer nuestros juguetes, cichotes, chiflos y otras cosas. Como prueba les enseñé mi navaja y un niño preguntó:
- ¿Es para matar?
Para ellos es prohibidísimo andar con navajas. Y sólo oyen hablar de ellas cuando se trata de crímenes. Por eso hizo esa pregunta.

Cogí un pedazo de bambú que yo había recogido para este momento y rápidamente les hice un pito, que funcionó perfectamente, para grande sorpresa y admiración (y susto) de todos. Después cogí un trozo cortado de una pequeña rama caída al suelo, y les hice otro de aquellos que se da un corte al medio y se pone una hoja en el corte. También funcionó muy bien y se rieron mucho cuando imité un gallo cantando.

Les dije que éramos muy felices, que a veces nos heríamos jugando, pero nos curábamos en casa, y que nunca era necesario llevarnos al hospital para ponernos puntos, etc... ni sabíamos qué era eso de puntos...

Les gustó tanto que las otras tres secciones de 3o me hicieron la misma invitación. Y acabé hablando a las 4 secciones de 3o, una por una. Unos 130 alumnos.

*** *** ***

Acabo de llegar del laboratorio donde se hacen los exámenes de sangre. Hago estos exámenes de seis en seis meses. Es un laboratorio grande y lo curioso de estos exámenes es que, a pesar de ir allí mucha gente, siempre me toca la misma enfermera. Y claro, ya me conoce de otras veces. Hoy me dijo por qué me toca siempre ella.

Dice que cuando oye mi nombre corre a recibirme antes que las otras y otros, porque quiere que le dé una bendición después de acabar la recogida de mi sangre. Y así lo hago.

*** *** ***

Y para terminar, unas fotos de un hongo, cuyo crecimiento acompañé durante un par de días, haciéndole unas fotos por la noche cuando atravesaba el bosque para volver a nuestra residencia. En una de las fotos le puse una regla de 30 cm al lado.
Carta longa brasileira
Y con estas fotos me despido de todos con un grandísimo abrazo, en la fiesta de Santiago!!!!!
Pepe
Cabada, Pepe
Cabada, Pepe


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