jueves, 25 de abril de 2024
Suenan las gaitas, marcha el mocerío en la catedral, desfila la banda. En la consagración resuena el solemne himno de Galicia. Don Carlos con su voz de tenor hace la loa de Santiago patrón de España y de Santa Brigida patrona de Europa. Benedicto XVI el inolvidable Papa Ratzinger quiso dar a su pontificado un signo marcadamente europeo empezando por su nombre Benedicto y resaltando a Santa Brígida, ambos símbolos de las raíces cristiana europeas. El arzobispo Osoro hace lo mismo y resalta como para todos los gallegos el apóstol Santiago es el punto de encuentro y de llegada de peregrinos. La jacarandosa alcaldesa ha pronunciado un pregón muy sentido tocando las teclas de la actualidad y del recuerdo. Galicia es la tierra de las brumas y de la morriña y Maria del Pilar no representa a las meigas, pero si a esas abnegadas mujeres que pastorean la tierra y marisquean la mar, con familias de emigrantes a las espaldas. Le pregunto a Monseñor si le van a dar el capelo cardenalicio, que distingue a los arzobispos matritenses, me dice que no está interesado que le gustaría que le vieran como santo, lo dice con la sencillez de la cultura del encuentro de Papa Francisco y esta claro que en el primer Sínodo será cardenal. Los turistas con indumentaria playera se agolpan fuera del templo y este Día de Galicia concluye con una visita al camarin de la Virgen de la Almudena, esta castiza Virgen de todos los madrileños y forasteros, que ha sido la anfitriona de esta ceremonia. 
ciega todos somos inocentes. Los violentos siempre son culpables. Es la juventud del odio y la destruccion, aunque se manchen la boca que saltará en pedazos invocando el sagrado nombre de Dios. En Ansbach en Baviera uno de estos jóvenes del odio ha volado por los aires queriendo llevarse por delante a los asistentes a un festival de música. Matar es muy fácil para los desesperados que abrazan con mucha facilidad los ideales de la destrucción y la venganza. La violencia discriminada se ha convertido en un pret a porter. La generosidad de Angela Merkel de abrir los brazos a todos los refugiados no ha sido correspondida. Una pequeña parte de la juventud no la ha entendido. Por esto consuela que en Polonia en la bellísima ciudad de Cracovia y en torno a la Catedral de los Santos Apostoles, uno de los templos más hermosos y singulares del mundo se reúnen esta semana los jóvenes del Papa Francisco. La Jornada Mundial de la Juventud la instituyó San Juan Pablo II, este Papa polaco ardiente y militante, para entusiasmar a la juventud en torno a los ideales de fe y de amor del cristianismo. En el Año Jubilar del Dosmil se reunieron en Roma más de dos millones de peregrinos en la mayor concentración de peregrinos que recuerda la vieja Roma. Cada cuatro años se celebra esta Jornada, que al igual que los juegos olímpicos elige la sede en la clausura de estos encuentros que convocan a la esperanza del mundo, a los constructores de paz, a los artífices de un nuevo mundo. Pablo VI había convertido al primero de enero como Jornada mundial de la paz y fue el prelado Woytila quien señaló a los jóvenes como su obetivo prioritario. Papa Bergoglio lanzará al mundo su llamamiento de paz. Creyentes y no creyentes estamos convocados a repensar el mundo y abrazar la cultura de la paz y la no violencia, a convertirnos en constructores de la paz. Los jóvenes son la esperanza del planeta azul y en Cracovia afluyen miles que desean un mundo en que la palabra Dios sirva para invocar un foco de amor, de justicia y de misericordia. En España los demócratas de primera hora, los de Cuadernos para el diálogo fuimos fervientes seguidores de la Encíclica Pacem in Terris de Papa Roncalli hoy San Juan XXIII. Pasados los años esta enciclica cobra una mayor relevancia, ahora no enfrenta a dos visiones políticas y económicas del mundo, sino se adentra en el mundo de la fe y se reclama a la esperanza y pone el dedo en la llaga efectuando un llamado a la concordia, en la cultura del encuentro, en el abrazo al amigo. En Cracovia se manifiesta la alegría y quienes sean jóvenes o nos sintamos mozos del espíritu estamos convocados a tener esperanza y hacerla contagiosa como una feliz pandemia. El otro lado de la medalla. Una juventud orientada hacia el bien.
