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La sonrisa de la hiena

jueves, 16 de junio de 2016
Desde que la violencia y los malos modos feroces son patrimonio de los hinchas del deporte, véase las imágenes de los enfrentamientos entre ingleses y rusos en el Europeo de Francia, en política se desea imponer la ideología revolucionaria mediante las sonrisas, las flores y los besos. Al contrario de la máxima de Mao que amonestaba que la revolución no era una fiesta. La última moda de los revolucionarios es conseguir sus fines por las buenas. Los independistas catalanes presumen de no violentos y pretenden romper una convivencia milenaria en la Península Ibérica por medio de la fiesta y las grandes manifestaciones. Imponen su represión asfixiante sobre la sociedad por medio de normas impositivas, prohibiciones y multas. De vez en cuando sacan los dientes y emplean una ración de violencia, que sus medios de comunicación y partidos afines minimizan y la motejan incluso como provocación. En Madrid en un Corte Inglés instalan un tenderete con globos para los niños y se presentan de forma risueña. Ocultan su programa de gran transformación de la sociedad, subvertiendo la economía de mercado y tratando de recetar aceite de ricino a las odiosas y odiadas grandes fortunas y a las grandes empresas que ante tan gozosa demostración de felicidad y fiesta están preparando las maletas para irse a otros pagos y no dejarse aplicar las sanguijuelas que han vuelto a estar en boga entre los terapeutas de lujo. Los besos de Iglesias y Domenech, primero en Las Cortes y después en Barcelona, así como los cantos a la belleza y la alegría, a parte de ser muy cursis remedan a la retórica de Giovinezza el himno de las juventudes del fascismo italiano. Comentando el debate a cuatro del día de San Antonio veo a mis estudiantes muy excitados ante la perspectiva del cambio se quejan de falta de oportunidades y de tener que hacer trabajos que nada tienen que ver con sus estudios. No pueden casarse, ni tener hijos, están abocados a marcharse al extranjero. En Ciencias Políticas soplan vientos de revuelta y están empapadisimos del catecismo marxista, con una estética de feismo californiano. Son las alegres, mesnadas festivas, las falanges de Iglesias, Errejón y Monedero y de todas las mareas y ahora follón de todo el país. Monedero habla de leninismo amable, son los hijos de la gran recesion, de una juventud que se creyó rica y sin problemas y han tenido un amargo despertar. Les pregunto como definirian la sonrisa de sus podemitas, hay varias propuestas, pero al final se impone la de la hiena.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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