Idol, una gran película

El cine árabe no se distingue por su difusión internacional. Está a años luz de sus primos israelíes, que tienen en muchos productores ‎de Estados Unidos a sus grandes valedores y extraordinarios propagandísticos del Holocausto y la Odisea, que marcan la moderna historia de Israel. Por esta razón una película de Hany Abu-Assad, que ya había dirigido Omar, es una excelente noticia para los aficionados al gran cine. No es un panfleto este film que narra el triunfo de un joven cantante de Gaza en la competición de Arab-Idol celebrada en un suntuoso marco, en Beirut en el Líbano. Un verdadero palacio de la canción, que rivaliza con nuestra Eurovisión. Allí consiguió Mahammad Assad su gran triunfo, después de muchas peripecias y dificultades. El espectador contempla una Gaza colmena humana con sus ruinas, sus mercadillos, sus niños que juegan entre escombros y entre dificultades técnicas como los cortes de luz, con los burros y los mulos que se mezclan con coches polvorientos, un retrato fidedigno sin concesiones al sentimentalismo y al schmalzig que no son del gusto occidental, pero no se hurtan las imágenes de las mujeres del Hijab, del pañuelo, ni los milicianos y policía Palestina y los túneles que en Raffa consiguen burlar las rígidas medidas de seguridad egipcias, ni los matones, ni el tono agresivo de ciertos discursos y gestos muy mediterráneos. En Omar, Abu Assad nos brindaba un retrato descarnado de una parte de la juventud palestina, sorprendió por su calidad y verismo, dejando con el corazón en un puño a los espectadores, mereció la nominación al Oscar a la mejor película extranjera en 2013 como representante de Palestina. Es un director cosmopolita, que creo se ha inspirado en el cine de la India y concretamente en la oscarizada Slumdog Millonaire, que muestra el triunfo sobre las calamidades de un joven concursante, que emerge del chabolismo o del infierno de Gaza y el uno por su preparación para concursar y en Idol para cantar en un Beirut que rara vez se nos muestra en las películas al uso y en El Cairo como centro del mundo cultural árabe con sus luces y su señorial Nilo. Nos sumergimos sin retórica en un mundo diferente‎ y participamos de su vida cotidiana con sus estrecheces y gran espíritu de solidaridad de grandes familias. Cuando se estrenó en España en el Cine Golem de Madrid y en el Festival del Cine Palestino en el castizo cine Dore del barrio de las Letras cosechó un gran éxito y nos hizo tener una visión muy bien hecha de una realidad tan cercana en los medios y tal lejana a la vez. Bravo Idol y su director Hany Abu-Hassad, que promete ser un espejo de Palestina y una clave para entender y adentrarse en un largo conflicto, con alguna lágrima, algunas sonrisas y un testimonio que informa, entretiene y emociona.