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¿Segunda vuelta electoral?

lunes, 23 de mayo de 2016
Ya sé que en el sistema electoral que consagra el ordenamiento legal de España, no hay segunda vuelta para las elecciones al Congreso de la Diputados y al Senado. Pero las circunstancias que ha promovido la falta de acuerdos para sumar una mayoría gubernamental, va a funcionar como una segunda vuelta; muy en especial por lo acontecido estos meses de ejecutivo en funciones y partidos a la búsqueda de alianzas, que han servido al sabio pueblo español para saber, descubrir, destapar, arrepentirse o gritar: ¡que me devuelvan mi voto!.

Siempre acudimos al sabio refranero. Una cosa es predicar y otra, muy diferente, dar trigo...El papel lo aguanta todo, de ahí que nadie lea el programa electoral de cada partido político, y por mucho que se empeñen en señalarlo, solemnemente, como contrato social, sabemos que no se cumplen o hay una reinterpretación de la melodía. Aun no hemos asimilado lo que significa pasar de un Gobierno monocolor con un Parlamento entregado a la disciplina partidaria, a un Gobierno de coalición que deberá convencer y no imponer su gestión a la Cámara del poder popular.

Dijo Felipe González que gobernar era acordar. Tenía razón. Pero esta crisis integral requiere de un buen diagnóstico, sentando una escala de valores que debe recuperar la democracia. Algo parecido a lo que hicimos en la Euskadi del plomo. Nuestro sentido nos llevó a la unidad de aquellos que teníamos un mismo concepto de la democracia y sus derechos. A muchos les costó la vida. Pero al final logramos terminar con los mitológicos derechos del pueblo vasco, cuya aceptación o imposición, justificaron el uso de la violencia, y las alianzas de los que necesitábamos refundar el concepto de la democracia en un mundo zaherido por los mitos y las verdades absolutas.

Llegar a concitar acuerdos requiere mantener los núcleos intangibles de la oferta al cuerpo electoral y ahí es donde la ciudadanía debe tener muy en cuenta lo que representa cada formación política tras estos meses cuando se han puesto las cartas tácticas encima del tapete mediático.

El PP es un partido con tres signos de identidad. Corrupción. Entrega a la troica. Inmovilismo a la hora de gestionar políticas económicas y laborales. Con un Gobierno que gire en torno a sus postulados, las diferencias serán cada vez más insalvables, el trabajo más precario, la fiscalidad gravitará sobre los salarios, las pensiones corren el peligro de ser insostenibles.

El PSOE es un Partido que se ha movido hacia la derecha para tratar de alcanzar el centro y así ser eje de pactos. Su tendencia federalista ha sustituido a su municipalismo; llevado al funcionamiento interno, ha perdido cohesión y no garantizan una igualdad de oportunidades del ciudadano en todos los espacios del Estado de las Autonomías. El nivel de sus dirigentes es mediocre. Parecen más preocupados por asuntos de imagen, como la memoria histórica o la feminización del poder, que por soluciones brillantes para establecer reformas y garantizar la dignidad del Estado dentro de España y en la Unión Europea.

Ciudadanos es un Partido que sorprende por la claridad de sus postulados y la brillantez de sus cuadros. No pueden ser fruto de la casualidad. Alguien les ha facilitado presencia, solvencia, extensión territorial y capacidad para elaborar sus dos grandes mensajes: Regeneración y Reformas. Es como si los poderes fácticos, desengañados por la deriva del PP y del PSOE, hubieran apostado por una formación moderna, universitaria, del tiempo actual, con fuerza y medios para ser el eje de un Gobierno de confianza para tales poderes, en España y ante la Unión Europea.

Podemos es la consecuencia del 15-M y los movimientos de indignados, controlados por la izquierda emergente con tintes revolucionarios, que primero lo intentó en Grecia y ahora la intentan en España. Vuelven a cometer los errores del pasado. La radicalidad en su fondo. La posibilidad de sumar con todo lo que esté dispuesto a terminar con los gobiernos de derechas, incluidos los partidos independentistas, a los que han creído que una vez en su redil -Podemos-IU- desposeerán de su fuerza para representar nacionalidades; de ahí lo que hicieron con las Mareas en el Congreso de los Diputados, al evitar que tuvieran voz propia. Su hoja de ruta tiene que ver con la recuperación del comunismo para enfrentarse con el capitalismo, en un momento en el que aumentaron las injusticias sociales y ha crecido la legión de los parias.

La claridad de la oferta y sus intenciones, por primera vez en la historia de la democracia, se ha clarificado en tanto no se consolidaban acuerdos para una mayoría parlamentaria. Hoy el ciudadano atento a lo sucedido, tiene información fehaciente para votar el próximo 26-J, y sospecho que habrá sorpresas. Si bien, el peligro está en la abstención, que pueda ser motivo interesado del PP a fin de imponer la inmovilidad de sus votantes y credos, para volver a repetir Gobierno, que sería más de lo mismo, con pequeños cambios que justifiquen el que todo siga igual.
La posibilidad más fuerte es la de una coalición centrada en Ciudadanos, ya sea con el PP sin la vieja guardia de Génova, o con el PSOE de una nueva generación mucho más brillante que los actuales actores de Ferraz. A estos podría unirse el PNV, que aguarda, como buenos descendientes de Jesuitas, aprovechar y hacer virtud de la necesidad de los aspirantes a Gobernar desde Madrid.

El problema catalán, se resolverá de la misma manera que siempre se ha resuelto. Por la vía económica. "Lo que no son pesetas, son puñetas".
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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