Cuéntame como pasó

Los Alcántara están en un brete. La familia más famosa de la ficción española atraviesa horas altas de audiencia y horas muy bajas por los rumores y acusaciones que pesan como una losa sobre Ana Duato e Imanol Arias, que han caído en las redes de los empapeladores de fugitivos de Hacienda, que estremecen y divierten, que tanto monta monta tanto, a los españoles.

Esta familia representativa del pasado de nuestro país, ilustrando los sucesos que han marcado a veces a fuego, otras alegrando ‎nuestras vidas, ocupa un lugar preferente en nuestra imaginación colectiva.

El paso de una sociedad rural a urbana, las estrecheces de las barriadas que se transforman de su sabor a pueblo pasando a convertirse en clases medias acomodadas. Los Alcántara como saga hispana del último medio siglo, las huellas de la guerra civil, las heridas que se restañan, el desarrollismo que cambia vida y hacienda, la transformación ética, del pillo buscavidas al hombre de negocios, de las modistillas encorsetadas en un horizonte tradicional y patriarcal a las universitarias que buscan otros horizontes y se emancipan.

Su éxito deriva de ser un retrato fiel de lo que fue, un espejo de lo que eramos y una explicación de lo que somos. Por ello las andanzas personales de la vida real de los actores que encarnan a la famosa pareja centro de todas las tramas han pillado por sorpresa y encendido una lucecita en nuestras mentes.

Seremos todos nosotros como ellos?, es la pregunta del momento. Sin entrar en destripar las informaciones que inundan telediarios y tertulias, ni en el poderoso mentidero madrileño, la llamada condena de telediario ya se ha producido. A más y más dice un seguidor entusiasta del Barsa, se han sacado a relucir los posibles trapos sucios de una estrella del madridismo como es Bertín Osborne, pequeño consuelo al bochorno culé de ver la Champion convertida en asunto de los madriles.

Nos inquirimos como sera el cuéntame como paso de dentro de unos años. Es inevitable pensar si los Alcantaras verdaderos y de ficción son nuestra fotocopia. Si el espíritu del Buscon de Quevedo forma parte de nuestro patrimonio genético y es inevitable que si podemos nos metamos por sendas peligrosas e insolidarias, que cada cual se busque la vida, oyendo los cantos de sirenas de los agoreros de catástrofes o de los que simplemente predican el máximo beneficio o el placer de la transgresión. Sigamos viendo la serie Cuéntanos como paso y meditemos no sólo sobre nuestro pasado, sino también sobre nuestro futuro.

( Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación).