Fetidez ambiental

Mientras uno despierta fruto de su inquietud por el futuro ajeno, un grupo de jóvenes, para más señas dominicanos, termina la juerga-son las nueve de la mañana-ajenos a la nueva vuelta de tuerca que les darán dentro de una horas sus empresarios. No sé si beben para olvidar o simplemente porque están muy buenos los mojitos.

Imagen envidiable y tristemente real de una España con olor fétido. No, y entiéndase bien, por la diversión juvenil, sino por la explotación laboral a la que abocan gobiernos neoliberales sumergidos en ese deterioro ético moral que practica una clase dirigente, corrupta y golfa en exceso, -siempre respetando las honrosas excepciones- que administra este jardín de viejos en que se ha convertido España.

Mientras se practica el desarme industrial y se lleva a cabo la colonización china, un amplio grupo de mafiosos controla nuestra economía amenazándonos con no pagar las pensiones y obligando a la emigración a la juventud más valiosa, en cuanto a conocimientos, que ha parido el país.

Aquí seguimos degustando el fútbol mientras los Messi, Neymar o Bayle son ejemplos asquerosos de una Hacienda que aboca a la trampa y hasta el ex -padre de la Patria, Aznar, nos enseña triquiñuelas y se vende al mejor postor privado, sin olvidar al Felipe de las eléctricas, siempre acompañados del rey de la gomina, Mario Conde.

Cada semana nos acostamos con algún niñato de esta jarca y lógicamente nos levantamos meados. Cada semana también nace algún profesor de ética como Francisco Granados y cada lunes vemos los pies de barro de tanto caradura.

Mientras la televisión, con su juego de ideologías, entretiene al personal y suministra carnaza a la tertulias de café y la prensa, sumisa ella, también juega a la ambigüedad, no vayan a acabarse la subvenciones, callando los desmanes de la administración pública sea ésta autonomía, diputación o cualquier Costas o Portos, enemigos números unos de los ciudadanos.

Por más que desde la Administración nos vendan la imagen de un crecimiento económico, no hay como mirarse en el espejo propio o ver las dificultades de nuestros convecinos que viven con el mejor decoro la situación.