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Tiene razón Pérez Reverte

jueves, 31 de marzo de 2016
Hay dos motivos para leer con atención lo que escribe Pérez Reverte. Su claridad, concreción y facilidad para comunicarse con el lector. Su erudición, fruto de una cultura ausente en el siglo de la estupidez con adicción al wasap ( lo escribo así porque me da la gana). Ahora se le critica por ser, una vez más, sociopolíticamente incorrecto. "Los yihadistas deben estar acojonados por las florecitas, las velitas y nuestro enérgico -todos somos Bruselas- . Y hasta la próxima".

Este miembro de la Real Academia me recuerda a los grandes escritores del Siglo de Oro, no sólo por el dominio del idioma castellano, por su independencia partidaria ante los asuntos que nos afectan, también por su sensibilidad para opinar oportunamente y sin tapujos, o por su valor al más viejo estilo de aquellos soldados -capitán Ala Triste- de los Tercios del Flandes.

No voy a decir lo que muchos pensamos sobre el cambiazo que nos dieron desde la Europa de Jacques Delors a la actual de la Troica. No voy a quejarme del poder adquisitivo de los euros que llevo en el bolsillo frente a las pesetas que me ganaba honradamente con mi trabajo y mis cotizaciones a la seguridad social para, a modo de ahorro popular, tener derecho a una pensión de jubilación digna. Una vez más, voy a comparar lo que me sucedió, con lo que está sucediendo en esta Europa de Aurora Boreal.

En la Euskadi de los vasquitos y neskitas que seguían, ora la doctrina de Sabino Arana, ora las soflamas de un tal Arzalluz, y que dispusieron a los gudaris de ETA como vanguardia para la construcción nacional de la patria vasca, esa que nos recuerdan cada domingo de Resurrección o de Pascua, se daban tres circunstancias de las que no parece haber propósito de enmienda, entre otras razones por la mediocridad que ofrecen los dirigentes de una sociedad ensimismada con los problemas de la FIFA, la televisión de los "realitis", el cuento chino de la globalización y el chollo de ser funcionario en las Instituciones de la Unión Europea con sede en la triste Bruselas.

Auto de fe, en la España oficial: Los etarras tenían razón, al menos en parte, eran unos chicos descarriados, hijos de los errores cometidos por España en la tierra de los vascones. Los únicos capaces de volverlos al redil del no matarás eran, los mismos que les habían enseñado a ser patriota vasco- abertzale- en defensa de los derechos históricos del pueblo descendiente de la costilla de Aitor. Aquel conflicto entre vascos con Rh(-) y los maquetos, sólo podía resolverse por la vía del diálogo. ¿Qué diálogo?. El que diseñó el santa sanctórum del nacionalismo vasco, entre un idioma minorizado, útil para diferenciarse, inútil para comunicarse. El que reconocía los derechos a la independencia en un mundo y una región en la que sólo cabía el cambio de dependencia. El del mito que pretendía que todos los demás nos convirtiéramos a su credo. ¿No les dice nada esto último, cuando los buenísimos, defienden que los musulmanes deben ser tratados de usía y facilitarles sus prácticas ancestrales de vida en el seno de nuestro mundo?.

A mí lo del Califato y sus derechos, por las malas, por influjo de Alá y sus Profetas, me recuerda lo que se comentaba entre chiquitos en Batzokis y Herriko Tabernas. Euskal Herría necesitaba una revolución para expulsar de la patria vasca al invasor. Euskal Herría debía volver a sus raíces, al pastoreo y a terminar con aquella costumbre del baile "agarrao" para disfrutar con los dantzaris (Arku Dantza, Zinta Dantza, Sorgin Dantza, etc.). Y lo más importante, el vasco euskaldún, era profundamente religioso, de ahí sus connotaciones con las homilías en santuarios como Arrate, Aránzazu, Begoña, Loyola. Una vez más, predicaban la paz, pero para alcanzarla había que convertir o expulsar a los infieles. ¿No les recuerda esto último las raíces del conflicto con las comunidades musulmanas, dónde unos afirman que en el Corán se predica la paz, y otros interpretan que se predica la yihad?.

Escuché estos días a un hombre bien intencionado, culto y sensato. El Ministro en funciones de Asuntos Exteriores. Nos dijo con claridad meridiana que la guerra entre oriente y occidente está provocando un éxodo masivo con el que la vieja Europa no sabe qué hacer.

Nos advirtió que los éxitos militares de los aliados de occidente, empujan a los del Califato, desde Irak y Siria hacia el Líbano, por tanto a las puertas del Magreb. Así mismo, ya nadie oculta que estamos ante la guerra más cruenta de lo que ha transcurrido en el siglo XXI. Con los rusos jugando sus intereses con el sátrapa médico oftalmólogo formado en la clínica Barraquer, antes de ser Presidente-Dictador en Siria. Con los americanos dando una de cal y otra de arena, ya que son aliados de los sátrapas de Arabia Saudita, a la que protegieron de Hasan Hussein, para luego inventarse lo de las armas químicas de destrucción masiva con la aquiescencia de la ONU, que desde entonces perdió el prestigio que le quedaba y lograr que aquellos fieles soldados que iban a dar la madre de todas las batallas, hoy sean la base táctica del ejército del Califato, por cierto que, haciendo negocios de armas y petróleo barato con occidente, en un inmenso estercolero del que las televisiones del civilizado occidente, nos amenizan comida y cena con las ejecuciones rituales de infieles europeos, pero rara vez con las matanzas sistemáticas de los pueblos de la Región, que sólo tienen tres caminos: Huir para formar parte del problema de los refugiados. Morir como ratas del desierto. Convertirse a la causa de la guerra contra occidente y sus fórmulas de suicidio-asesinato masivo en cualquier ciudad de la vieja Europa.

Desgraciadamente, también esta historia la conozco a estilo problema vasco. Los americanos intentaron evitar que los terroristas etarras fueran declarados como tales, ya que las organizaciones de empresarios vascos en América del Norte, financiaban tanto las campañas de los candidatos demócratas como republicanos a la presidencia de los Estados Unidos de América. Los franceses de la República que era fiel a los símbolos de: libertad, igualdad y fraternidad, lo mismo que protegieron a personajes tan abyectos como Amín, se dedicaron a dar "posada y protección" a los comandos de ETA que regresaban de sus hazañas -ekintxas- en Euskadi, o permitían los negocios de los denominados refugiados vascos que, cobraban en el sur de Francia el impuesto revolucionario. Impuesto para pagar las armas y explosivos que llegaban desde ese gran mercado que de siempre ha existido en Bélgica. ¿No les parece que cuanto más sabe uno de los pormenores en torno a las guerras modernas, más fuertes son las náuseas procedentes del reconocimiento de una feroz hipocresía en la que resulta imposible saber dónde están alfa y omega del conflicto?.

Lo que peor llevo es el rito del espectáculo. Salir en la foto con la pancarta o en la concentración para, con cara circunspecta, recordar solemnemente a las víctimas -siempre inocentes, cada vez más indiscriminadas- del bombardeo, o de la explosión a mayor gloria de Dios, en este caso, y por el grito : ¡Alá es grande!, parece que se trata del Dios al que hay que visitar en La Meca, dónde también la peregrinación es un gran negocio, en el que siempre hay alguna que otra avalancha con muertos aplastados por los fieles enardecidos por los descendientes de aquellos sumos sacerdotes que un día predicaron la conquista o recuperación de los Santos Lugares, hoy entre Judíos y Palestinos. Por cierto, para los que no lo sepan. La Meca está en Arabia Saudita, y tiene que ver con el nacimiento de Mahoma.

En Euskadi, no había acto solemne que no pasara por Guernica. A la sombra del viejo roble, juran su cargo los Lendakaris. Desgraciadamente, el fascismo, facilitó la conversión del lugar en símbolo, con el bombardeo experimental de la división Cóndor. Tal práctica, y sus consecuencias, se vivieron con repugnante intensidad durante la segunda guerra mundial, y hasta el gran Picasso, le dedicó aquella obra de cartelería que le habían encargado para una feria internacional.

Supongo que algún día se desclasificarán los papeles que permitan a los historiadores investigar lo que está pasando, las razones ocultas, los intereses económicos que se desprenden en cada conflicto, en el que unos mueren para que otros hagan su santa voluntad.

Una última cuestión. ¿Si la guerra de los Balcanes duró casi nueve años, y el conflicto vasco casi cuarenta años, cuánto habrán decidido en algún siniestro lugar que debe durar el conflicto entre el Califato y Occidente?.

Y una curiosidad mal intencionada. En la medida que se recrudece el conflicto en Europa con el Estado Islámico y sus lobos solitarios o en células, parece que ha disminuido el ruido de la guerra entre Israelitas y Palestinos...
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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